ESPAÑA, BENDITO VAR

La selección termina primera de grupo y se medirá a Rusia en octavos de final gracias a la tecnología que dio válido el gol de Iago Aspas y el penalti de Portugal a Irán
Bendito VAR. VAR de mi vida. Estaba España al borde del abismo cuando Iago Aspas, un delantero escurridizo, firmó un soberbio gol. Pero el colegiado no lo concedió hasta que no le avisaron que estaba siendo revisado en la sala del VAR. Sucedía en Kaliningrado. Sucedía todo en el mismo instante en que en Saransk a Portugal, en otro penalti del VAR, asistía como Irán le empataba ya en el tiempo añadido. Dos goles de VAR, dos mundos y ambos en el tiempo añadido, digno de una película de ciencia ficción.

De pronto, España, que estaba flirteando con la eliminación, terminó siendo primera de grupo gracias a Iago Aspas, esquivando a la rocosa y desagradable Uruguay de Suárez y Cavani en los octavos de final. Rusia aguarda el próximo domingo en Moscú a una España de mantequilla, salvada por la justicia del VAR. La tecnología ha llegado para hacer más ecuánime a un deporte que ya no tolera los errores humanos.
Y la selección de Hierro cometió muchos errores. No hay partido tranquilo. Ni uno solo para España. Convierte cada minuto en un drama defensivo, capaz de provocar que el técnico hasta en un par de ocasiones se echara las manos a la cabeza. En la primera sin remedio alguno porque una falta de entendimiento insólita entre Iniesta y Ramos provocó un cortocircuito de tales dimensiones que Marruecos, amparada en que De Gea no se mueve de la sombra del larguero a no ser que haya orden ministerial, se adelantó en el marcador. Ni un cuarto de hora y España, la España de Lopetegui que ahora dirige Hierro (Thiago por Lucas Vázquez fue el único cambio en el once con respecto a Túnez), ya perdía. Visto y no visto. ¿Qué hacían Sergio y Andrés tan juntos en el campo? ¿Cómo no se entendieron en un balón que parecía irrelevante? Misterios de un Mundial ruso.
Lo que Iniesta te quita, Iniesta te lo da. Dicho y hecho. Abocada al abismo estaba ‘La Roja’ en Kaliningrado, un pedazo de Rusia que no está en Rusia, cuando dos magos conectaron sus frecuencias. El desborde de Andrés, unido a la velocidad (el fútbol no entiende de edades sino de jugadores que lo entiendan y lo sepan interpretar adecuadamente), desgarró a la defensa marroquí. Tal si fuera el gol de Rakitic en la final de la Champions de Berlín (2015), Iniesta apuró hasta el final su internada para transformarse en el socio de Isco. La doble I para levantar a España del desastre defensivo que vive a diario en este Mundial.
Hierro respiró algo más tranquilo sin saber que un simple saque de banda, aún en campo marroquí, se transformaría en una ocasión clarísima para demostrar los graves defectos defensivos de España. Piqué fue superado por el lanzamiento con la mano, mientras Boutaïb, una vez más, corría a campo abierto al encuentro de De Gea. De nuevo, el meta del United aprovechándose de la sombra del larguero. Corría el delantero del Malatyaspor turco sin nadie a su alrededor porque Ramos, todavía bajo el impacto del error en el 0-1, anda desubicado y fuera de sitio. Hasta lento pareció el central madridista, un simple espectador durante los 50 metros en los que Hierro ya tenía, otra vez, las manos en la cabeza.
Al menos, ese lamentable error no terminó en el 1-2. Se despegó un par de metros De Gea para que el jugador marroquí estrellara el balón en su cuerpo, mientras Iniesta, responsabilizado por su fallo, se agigantó para no quedar a una estatura inferior a la del colosal Isco. Ellos eran, en realidad, España. Atrás, el drama de cada partido. De la banda derecha de ataque (Carvajal-Silva) ni rastro porque todo el juego fluía en el otro costado, en la izquierda donde se reunían Isco, Iniesta y Jordi Alba. Era, por lo tanto, una selección coja, transformada en un agujero negro porque de la nada recibía ocasiones de peligro.
Así ocurrió, sin ir más lejos, en el inicio de la segunda parte. Un saque de esquina a favor de España terminó con el larguero de De Gea temblando asustado por el imponente derechazo que soltó Amrabat desde fuera del área. Tardó el técnico en mover su equipo incluyendo dos piezas de refresco (Iago Aspas por Diego Costa y Marco Asensio por un aplicado Thiago) intentando no terminar el cuarto de hora final en el hogar de De Gea. Misión incorrecta de nuevo. El cabezazo de En Nesyri, a la salida de un córner, volvió a demostrar su fragilidad. Mal al inicio, mal al final. En esto sí es metódicamente regular la España de Hierro. Defiende (y no solo se habla de los cuatro de atrás) de pena. Hasta que el VAR vino para quedarse y ser realmente justo en unos cinco minutos angustiosos que fueron gloria bendita para ‘La Roja’. De estar casi haciendo las maletas para irse a casa a terminar primera de grupo.

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