PRI EN MONTERREY, EL RENACIDO


Las cerradas elecciones de Monterrey entre Adrián de la Garza, PRI, y Felipe de Jesús Cantú, PAN, son también una evaluación de esos dos partidos. Como siempre, el PRI está refundándose, como nunca, el PAN está refundiéndose.
Monterrey ha sido el reto mayor para ambas instituciones partidistas. No lo fue para Morena porque, inteligentemente, declinaron participar en la primera y gran elección del gobierno de la Cuarta Transformación.
El triunfo de Adrián de la Garza es objetable y hasta puede ser reversible si y sólo si las impugnaciones panistas llegan a los tribunales, un destino tal vez deseable para Marko Cortés, pero no para el candidato derrotado Felipe de Jesús Cantú. Para consolidarse, Adrián de la Garza tiene que imponer la percepción de que ganó y que ir a los tribunales ya es un recurso no sólo innecesario sino desgastante para la ciudadanía y para el ejercicio administrativo de la ciudad. Felipe de Jesús no podrá legitimar ir a los tribunales porque precisamente su campaña de diciembre se basó en el hartazgo de los votantes por una nueva elección y, una y otra vez, le echó la culpa de ello a su contrincante priista por la judicialización a través de los tribunales. ¿Cómo cambiar diametralmente ahora su discurso? Un plantón en los bajos del Palacio Municipal de Monterrey tampoco lo ayudará: segundas partes nunca fueron buenas.

La tendencia en contra de Felipe de Jesús Cantú se manifestó en las redes tres horas antes de cerrar las casillas. Desesperados, los panistas llamaban a que los ciudadanos salieran y ejercieran el voto, no pasó. Los regios, la fecha impone, se convirtieron en consumidores, no en ciudadanos. Importaron más las reuniones familiares, las largas filas para las compras de regalos o de comida e ingredientes para cenar esta Noche Buena. Ya por la noche, Felipe de Jesús contradijo la tendencia de su derrota y hasta las cifras oficiales del sistema de información de las autoridades electorales. Dos signos inequívocos de desastre.
Con esta derrota en Monterrey, el PAN mostró de nuevo sus fisuras. Con esta victoria en Monterrey, el PRI inicia su recomposición. Alta costura de Claudia Ruiz Massieu, baja costura de Rubén Moreira. Y, sobre todo, la unidad de los liderazgos locales priistas, lo que no sucedió en julio pasado. En la primera elección relevante de la Cuarta Transformación, Andrés Manuel López Obrador ni pierde ni gana, mejor para él. Los priistas reencuentran la victoria con un presupuesto que puede cobijar a muchos, si acaso es incluyente, y el PAN, el PAN de Ricardo Anaya y Marko Cortés, acentúa su declive.

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