AMLO y la crisis de Pemex: el arte de no mencionar a Romero Deschamps


Pemex produjo 1 millón 813,000 barriles diarios promedio el año pasado. En el 2019, la producción está en 1 millón 670,000 barriles diarios. Esto es un descenso de 10.6%, respecto a una cifra que ya era muy baja: la menor producción en tres décadas.
A AMLO le preocupa que no se atribuya la caída a su gobierno. Tiene razón, él ha hecho del rescate de Pemex uno de los principales objetivos de su gobierno y debe tener mucho cuidado en la narrativa. Lo hace, por eso construye una explicación donde minimiza la caída: “son 20,000 barriles diarios menos que hace un mes, apenas 0.8 por ciento”. Es su privilegio escoger el periodo de referencia. Si hablamos de lo que se producía en enero del 2018, la caída es de 211,000 barriles, 11.6 por ciento.
El presidente se autocalifica con aprobatorio, mientras describe lo que ha hecho en Pemex. “Si no hubiésemos intervenido, estaría peor, de acuerdo a la tendencia estaríamos en 1.3 millones de barriles”, dice. Es también su privilegio ponerle número a un escenario hipotético. Sólo como referencia, el plan de negocios presentado por Pemex en el 2016 estimaba que la producción tocaría piso en el 2018 y que en el 2019 estaría un poco arriba de 2 millones de barriles diarios.

Es probable, casi seguro, que los números proyectados por José Antonio González Anaya no se hubieran logrado. Los mayores campos, como Cantarell y Ku Maloob Zaap, están en declive y no se han desarrollado otros que compensen esa producción. Ésta es la explicación técnica-ingenieril. Es necesaria, pero no suficiente. Para explicar los números de Pemex debemos incluir la corrupción, ese vampiro que desangra la mayor empresa de México.
En la conferencia mañanera del martes, el presidente se refirió al combate a la corrupción en la petrolera y dijo: “se está haciendo una limpia”. Dio algunos detalles sobre este combate y se refirió a la revisión de algunos contratos, “con los astilleros españoles, no había un trato justo para Pemex”. AMLO se refiere a la compra de dos barcos, a finales del sexenio de Calderón. Uno de ellos, un flotel, costó 130 millones de euros. Cuando lo quiso revender, no consiguieron ni 80 millones.
Si habló de combate a la corrupción en Pemex y de los esfuerzos por romper con malas prácticas del pasado, ¿por qué AMLO no se refirió a Carlos Romero Deschamps? El presidente no dijo una palabra respecto al líder sindical o el sindicato. Mencionarlo es necesario porque sobre él pesan graves acusaciones y además porque no habrá proyecto de cambio creíble en Pemex sin una revisión a fondo del papel que ahí juegan el sindicato y los líderes sindicales.
Pocas cosas pueden ocurrir en Pemex, sin la aprobación, apoyo o conocimiento del sindicato petrolero. Esto incluye las cosas buenas, como la estabilidad laboral, pero también las perversiones como la venta de plazas y los negocios negros, como el huachicol. La relación de Pemex con el sindicato es uno de los factores que sirve para explicar los problemas de la empresa, su vulnerabilidad a la corrupción, además de la baja productividad y la caída en la producción. ¿Qué opina el presidente de Romero y del STPRM? Carlos Romero Deschamps y su familia tienen un patrimonio multimillonario, sobre el que deben rendir cuentas.
El presidente dijo que en Pemex se han logrado ahorros en los costos de operación de hasta 30 por ciento. El informe del primer trimestre de la petrolera establece que los gastos de operación pasaron de 257,734 millones a 261,810 millones

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