EN LA ESPIRAL


Vicente González García
¿DEBEMOS SEGUIR APLAZANDO LA EDUCACIÓN Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS?
¡¡La juventud de hoy tiene nuevos valores!! Así lo aseguró un profesionista, tras pequeña plática sostenida con él hace unos años atrás.
Fue uno de esos diálogos inesperados. El titulado, después de saludar, hizo la pregunta en el sentido de que, “cómo veía a la juventud de ahora”, a lo que en respuesta, sin dudar contesté que, “lo que sucedía era que muchos, no todos los jóvenes, estaban confundidos, al igual que nosotros los padres de familia” puesto que “LOS VALORES FUNDAMENTALES DE LA PERSONA HUMANA, SON LOS MISMOS, Y ESTÁN AL ALCANCE DE TODOS PARA LLEVARLOS A LA PRÁCTICA”, más, haciendo uso de la libertad que Dios nos otorgó, cada persona decide si lleva o no una formación a través de estos.
A continuación, el profesional, alegó con un acento de indiferencia
—-¡¡Noooo!! Tú estás todavía en la idea que les sigue vendiendo la Iglesia a mucha gente; les dice que todo es pecado, y así los tiene sin disfrutar de la libertad a que tienen derecho, esos valores que antes le enseñaban a uno, ya están olvidados, ¡¡LOS JÓVENES DE HOY, TIENEN SUS PROPIOS Y NUEVOS VALORES Y DISFRUTAN MÁS; NO ESTÁN SOMETIDOS COMO LO TENÍAN A UNO CUANDO LE DECÍAN LOS PAPÁS QUE TODO ERA PECADO!!
—-Mira –siguió diciendo–, para que te des una idea de lo que los jóvenes está viviendo el día de hoy te diré que: “el hijo de fulano de tal vive en su casa con dos muchachas y no está casado”.
—-Bueno, contesté, eso no está bien. Si al menos lo observamos desde el punto de vista moral, es inadmisible.
—-Pues no creo, objetó, porque, mira, ¡¡los papás de las dos jovencitas están de acuerdo con ello!!
—-Oiga, le interrumpí; ¿pero qué sucedería si una de las hijas del papá de ese joven viviera con dos muchachos?
—-¡¡Huuummm!! bueno…., mejor luego seguimos platicando expresó el profesionista, evitando así entrar más a fondo en esta conversación, y antes de que pudiera dirigirle otra palabra, se alejó rápidamente.

Lo antes expuesto, es un ejemplo manifiesto para darnos cuenta de la dimensión del problema que implica el que, como padres de familia no dispongamos del tiempo necesario para dialogar con nuestros hijos sobre la importancia que tienen los VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS para toda persona humana y la necesidad ineludible de obtener una formación a través de ellos.
Ciertamente que hoy estamos viviendo tiempos difíciles. El tiempo, decimos muchos, no nos ajusta para todas y cada una de las actividades que tenemos que realizar.
Por ello es que muchos padres de familia nos justificamos, y pareciera que sólo tenemos como regla insuperable para el desarrollo de nuestros hijos, la instrucción educativa, y de vez en cuando exigirles que asistan a misa, puesto que provienen de familias creyentes, y hasta ahí.
Hoy pues, todos, sin excepción alguna nos quejamos de todo. Y aunque todos somos responsables en mayor o menor medida de cuanto acontece en nuestros entornos, no hacemos absolutamente nada que abone para mejorar la situación actual.
Pero eso sí, que no se nos hable de uno u otro negocio que nos pudiesen redituar pingües ganancias, porque para eso sí estamos superpuestos y dispuestos.
Con los hijos, decimos, estamos cumpliendo, los mandamos a la escuela, les proporcionamos todo, casa, vestido y sustento. Incluso, les damos la libertad que a nosotros no nos otorgaron nuestros padres. En fin, les damos todo lo que podemos, así es que, ¡¡estamos cumpliendo con nuestros deberes de padres de familia!!
Lo cierto es que, dentro de todo lo que encierra la palabra “responsabilidad” para con los hijos, posiblemente muchos padres y madres de familia estemos cumpliendo con atender las necesidades materiales, más sin embargo, nos hemos olvidado de proporcionarles lo mejor para que alcancen una formación integral, y esto se llama, “EDUCARLOS Y FORMARLOS A PARTIR DE LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS”
Y, es que, los Valores Humanos y Cristianos, cultivados en el núcleo familiar, son para los pueblos un factor determinante en el desarrollo moral de sus relaciones sociales, y forman el tejido de una sociedad que pretende ser sólidamente humana y cristiana”.
Como sociedad, debemos saber cabalmente, que educar y formar a los hijos en los Valores Humanos y cristianos, es uno de los principales encargos que el Señor hace a todas las familias. Y, considerando los graves problemas que actualmente estamos viviendo, no debemos seguir aplazando esta enseñanza.
Para tal efecto, se debe considerar como imprescindible “LA EDUCACIÓN DE LA CONCIENCIA”, que es en sí, una tarea de toda la vida, como bien lo aconseja el Catecismo de la Iglesia Católica: “Desde los primeros años despierta al niño al conocimiento y la práctica de la ley interior reconocida por LA CONCIENCIA MORAL. Una educación PRUDENTE enseña la virtud; persevera o sana del miedo, del egoísmo y del orgullo, de los insanos sentimientos de culpabilidad y de los movimientos de complacencia, nacidos de la debilidad y de las faltas humanas. La educación de la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz en el corazón” (CIC 1784).
En esta misma línea de razonamiento, los Padres del Concilio Ecuménico Vaticano II nos aconsejan que: “En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta, a la cual debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia cosiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente”.
“La conciencia, nos siguen diciendo, es el núcleo más secreto y sagrado del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley, cuyo cumplimiento se realiza en el amor de Dios y del prójimo”.
Igualmente, el citado documento precisa que: “La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad”.
En este contexto, bien podemos incluir una de las grandes frases de San Agustín, donde nos aconseja: “RETORNA A TU CONCIENCIA, INTERRÓGALA. (…..) RETORNAD, HERMANOS, AL INTERIOR, Y EN TODO LO QUE HAGÁIS MIRAD AL TESTIGO, DIOS” (San Agustín, In epistulam Ioannis ad Parthos tractatus, 8, 9: PL 35, 2041).
…..Hasta la próxima, si Dios, nos lo permite…….

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