La popularidad inquebrantable de AMLO


Eliseo Rosales Ávalos Eliseo Rosales Ávalos
Dependiendo de la encuesta, la gestión presidencial es apoyada por entre 47 y 70% de los mexicanos: AMLO goza de altos niveles de popularidad.
La popularidad de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no tiene una relación causa-efecto con resultados de su gobierno o los niveles de eficacia en la gestión de las crisis de su gabinete, desde el huachicol hasta el cacareado crecimiento de .01%, los problemas parecen resbalar sobre el manto presidencial. Su popularidad se enraíza en el profundo deterioro institucional, la animadversión a los políticos y a la esperanza de cambio, monstruo que se alimenta de promesas y odio. No necesita más.
Roma no se construyó en un día, señala un querido amigo sobre la lenta caída del peje en las encuestas; para algunos la gestión de AMLO es un desastre, que debería tenerlo tirado en el piso. Dependiendo de la encuesta, la gestión presidencial es apoyada por entre 47 y 70% de los mexicanos: AMLO goza de altos niveles de popularidad.
Además, lo que pudiera arrojar la encuesta es que las “decisiones acertadas” de AMLO —si bien benefician a sectores vulnerables, que pretenden hacerlos de facto simpatizantes del nuevo ayatolá de la democracia— también dinamitan a muchos que, creyendo en un cambio, votaron por él y ahora son víctimas de sus decisiones. Ejemplos hay muchos, usuarias de guarderías, burócratas despedidos, organizaciones campesinas, etcétera. En las encuestas, hay dos visiones encontradísimas, aniquilantes una a la otra: i) en la que más allá de sus ocurrencias, AMLO evidencia la instauración de un nuevo modelo de desarrollo, nunca antes visto y, por ende, de poco o nulo entendimiento para la clase adinerada y sus analistas orgánicos que, con los golpes de timón, aceleres y frenadas en seco del gobierno, sólo ven que se está desmadrando el país, y ii) por otro lado, los críticos a rajatabla que, más que buscar entender con su actitud, lejos de convertirse en voceros del desencanto social aparecen en realidad lamentándose, gimoteando por los beneficios y prebendas perdidas.
¿Qué es lo único que tienen en común? Una sociedad secuestrada entre los vaivenes de las promesas esperanzadoras y la realidad fatídica. Apelo a la congruencia de reconocer que AMLO ganó y participemos para sacar el país adelante. Porque en esto, queridos amigos, si ganamos, ganamos todos; si perdemos, entraremos en una espiral cuyo final si bien es de pronóstico reservado, lo único cierto es que es de terror. Hasta la próxima, culto y acucioso lector.

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