¿AMLO-curas?

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Si en el tema feminista se le vio extraviado, el asunto del coronavirus está exhibiendo como nunca, y más allá de nuestras fronteras, al Presidente Andrés Manuel López Obrador.

El último eslabón de esta cadena de desatinos ante un tema que es prioridad y la mayor preocupación de los presidentes de más de una centena de países, entre ellos los de las principales potencias del mundo, se dio ayer que desde su púlpito mañanero, Andrés Manuel López Obrador desafió de nuevo a esta emergencia mundial, y sin rubor alguno invocó a sus santos patronos y amuletos para protegerse él y al país de esta contingencia sanitaria que hasta ayer había cobrado 8 mil 765 fallecimientos y contagiado a casi 215 mil personas desde diciembre, cuando el brote surgió en China, a la fecha.

No sólo ha sido la lentitud del gobierno de la autollamada cuarta transformación en la implementación de medidas de prevención para evitar la propagación de los contagios del covid-19; la minimización de los riesgos de este virus convertido ya en la peor amenaza a la salud pública del planeta según la Organización Mundial de la Salud (OMS) al asegurar que a México “no nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso”; ni la atribución casi mágica que el controvertido subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gattel, le dio a su jefe López Obrador de que su poder moral era mayor al del contagio.

A esos desaciertos, AMLO sumó ayer su afirmación en el sentido de que su “escudo protector” contra la pandemia, además de la honestidad y la anticorrupción, era la estampa religiosa con la oración “Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”, un trébol de cuatro hojas, y por qué no, un billete de dos dólares.

Si el tema no fuera tan delicado, bien lo pudiéramos agarrar a chunga, como lo fue toda la estrategia distractora de la historia del avión presidencial que nunca fue. El caso es que está de por medio la salud de millones de mexicanos que parece que no se está tomando en cuenta por el Presidente al mezclar creencias personales, muy respetables por cierto, con asuntos de estado que exigen definiciones de políticas públicas ante la emergencia y no expresiones de fe.

Por si esto fuera poco, el Presidente insiste en desatender las indicaciones difundidas por su propia Secretaría de Salud para lograr los aislamientos y los distanciamientos sociales y evitar la expansión del contagio del covid-19, al encabezar como ayer lo hizo en la conmemoración de la expropiación petrolera, actos de más de 500 personas y en los que ostensiblemente rechaza el uso del gel antibacterial y sigue saludando de mano, con lo que dinamita cualquier iniciativa de profilaxis preventiva.

El círculo cercano a AMLO debe dejarse ya de las puras alabanzas y exigirle a su líder mayor seriedad ante problemáticas que ponen en riesgo la salud de millones en el país, o de plano, insistir desde la sociedad civil, en la instalación del Consejo Nacional Sanitario, que se prevé en la Constitución en situaciones extremas como ésta, que haga un contrapeso a las veleidades del Presidente, por no decir que a las AMLO-curas.

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