EN LA ESPIRAL

Vicente González García

“UNA VIDA FÁCIL TIENDE HACIA UNA VIDA INÚTIL”

Sin duda, muchos somos los que seguimos experimentando una existencia asfixiante, y con ello, un sin sentido de la vida. Ante esto, vienen nuevamente las frecuentes interrogantes: ¿por qué, cuando más cómodamente vivimos tiene que presentarse ese vacío, ese sentimiento de pesadumbre y sinsabor de todo y nada? ¿Por qué, nos fastidiamos, irritamos, acongojamos, y nada parece satisfacernos?

Esto, evidentemente sucede cuando estamos desconectados del origen de nuestra propia existencia. Es decir, cuando nos olvidamos que como seres humanos creados a imagen y semejanza de Dios, hemos venido a este mundo para realizar una misión. Y, esa misión consiste en ser partícipes activos del proyecto de Dios mismo, a partir de aportar nuestras propias capacidades, nuestros conocimientos y energías para que todos lleguemos al conocimiento de LA VERDAD, porque en ella se encuentra esa vida que se transforma y nunca muere.

Hoy, muchos seguimos huyendo a todo aquello que nos compromete a dar el esfuerzo de nuestra inteligencia, la actitud de un corazón recto, y sobre todo, a dar un buen testimonio para que otros más se animen a canalizar su diario vivir por el sendero que conduce a LA VERDAD, y no sigan optando por “una vida fácil” que a la postre termina por convertirse en “una vida inútil”.

En la época actual marcada por el “valemadrismo”, y para desgracia nuestra, el porcentaje de quienes vivimos “sin una meta en la vida”, sigue en aumento. Esto, por la razón de que no querer definir cabalmente si es el alma o el cuerpo el que debe dominar.

Ciertamente, muchos nos quedamos anclados en el punto medio. Es decir, “NI FRÍOS NI CALIENTES”. Deseamos que mande el espíritu cuando “sentimos pasos en la azotea”, más, apenas sí se dejan de escuchar, y…., ¡¡sooobreeesss!!, nos vale un cacahuate la vida del espíritu, pues, lo atiborramos con todo tipo de golpes bajos al darle rienda suelta a los instintos y chupando de esa gran ubre de placeres que ofrece el mundo.

Lo que sucede es que, simplemente, le damos cabida al EGOISMO EN TODAS SUS FORMAS, más como nos jactamos de ser “muy duchos para agenciarnos todo lo que nos agrada”, apartando la SOBERBIA de toda culpa, nos procuramos la oportunidad de configurar un mundo a nuestra caprichosa medida donde, lógico, impera la desconfianza y la indiferencia.

Así sumergidos en este contexto, no es de extrañar que vivamos ajenos y desconfiados a todo proyecto de vida que le apueste al altruismo. Es decir, a la caridad y generosidad; a poner el bien de los demás a la par, o incluso por delante del propio. Esto, lo sabemos, hace que cerremos los ojos ante la injusticia y sus connotadas variantes.

Tal vez por esta razón nuestro tiempo se vea matizado de un alto índice de intolerancia frente a la propuesta de LA CULTURA DE LA VIDA, que, en absoluto, nos invita a ENTRAR EN LA RECTA RAZÓN PARA CONCENTRARNOS EN EL ALMA y hacer que EL CUERPO SEA SU SIERVO y a la vez partícipe de los goces del alma; que nos conozcamos a nosotros mismos; que reconozcamos nuestro origen y meta a alcanzar en esta vida.

Bien se dice que, NO PUEDE HABER SALUD EN EL ALMA O EL CUERPO EN TANTO EXISTA UN CONFLICTO INTERIOR EN LA PERSONA. Pero, ¿habrá en verdad alguien en este mundo exento de algún conflicto interior?

Si lo hay, seguramente que se tratará de un “mero farsante”, o bien puede tratarse de alguien que se toma a sí mismo muy en serio, y que, pese a su fragilidad humana, NO ENMIENDA SU ACTITUD VANIDOSA Y ARROGANTE, aunque se le explique y demuestre que LOS SERES HUMANOS ENVANECIDOS, nos parecemos a los huevos, “Tan llenos de sí mismos que nada más cabe en ellos”.

No es aventurado decir que, son pocos los que se conocen a sí mismos, e incontables los que imaginamos ser diferentes de lo que realmente somos. Por ello, fácilmente caemos en el desafortunado engaño de los “amantes de la adulación” cuando nos ensalzan y nos aplauden; más cuando hay quienes nos reprenden para que entremos en razón, en sintonía con la vida, decimos que ese tipo de gentes están equivocadas, o también decimos que “nos odian”.

Así pues, tras torcer nuestra propia naturaleza, rompiendo todo tipo de vínculo con la sociedad y rebasando los límites moralmente establecidos, surge en nuestro interior un estremecimiento asfixiante que nos indica que nuestra vida no le interesa a nadie.

A pesar de que estamos rodeados de personas con las que nos relacionamos, “no sentimos su cercanía” debido a que nuestra indiferencia nos ha llamado a vivir en un “laberinto” adornado con penetrantes miedos y desconfianzas.

Sacar a Dios de nuestras vidas, es estar sentenciados a seguir instalados en una vida sin sentido.

El ser humano, sustituyendo a Jesús, que es el Camino, la Verdad y la Vida, por los engañosos espejismos que ofrece el mundo y sus placeres, seguirá viéndose acorralado por la violencia y el dolor en sus diversas manifestaciones.

¡Sólo en Dios, el alma de los hombres encuentra la esperanza y alegría de vivir! ¡¡El mundo no puede responder a todos los enigmas de la vida!! En el mundo, el hombre puede estar aprendiendo siempre cosas nuevas, más nunca llegar al conocimiento de la VERDAD si no se dispone libremente a atender las tareas verdaderas de la vida que implica sacrificio y esfuerzo.

Esta propuesta, desde siempre se ha dicho que sólo puede convencer a “hombres locos” por Cristo que derraman el oro para cambiarlo por sufrimientos, las grandes mansiones por cruces, y, su engreimiento por el escarnio.

         …..Hasta la próxima, si Dios, nos lo permite….

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