EN LA ESPIRAL
Vicente González García
“LA CEGUERA ESPIRITUAL NOS HACE SEGUIR VIVIENDO EN EL ERROR EN CUANTO AL PROPÓSITO DE LA VIDA”
Las ocupaciones y actitudes de numerosos creyentes católicos, pudiese decirse que son afines a las que adoptan los incrédulos. Esto, porque generalmente dejamos de lado las cosas de DIOS, que es lo que nos puede satisfacer totalmente, en cambio, nos hartamos de lo que nos causa más hambre, LOS VICIOS DEL MUNDO.
Debemos saber que las cosas del mundo obscurecen y ciegan el alma, y, evidentemente, el alma que está dominada por los vicios que ofrece el mundo, al igual que nubla la inteligencia, debilita la voluntad y embrutece la memoria, la cual queda totalmente desordenada. ¡NO HAY COHERENCIA DE VIDA! Es decir, el hombre en este estado de embrutecimiento pierde todo vínculo que debe unirle los demás seres humanos que le rodean.
Así pues, si todos los seres humanos dependemos de las potencias que da EL ENTENDIMIENTO como lo son, la inteligencia, la voluntad y la memoria, más si éste está desordenado, tales potencias también lo están.
En esta situación, LA INTELIGENCIA carece de capacidad para recibir la luz de la SABIDURÍA de DIOS. LA VOLUNTAD no puede abrazar a DIOS en amor puro, y LA MEMORIA, OFUSCADA por LA OBSCURIDAD DE LOS VICIOS, no puede construir con fidelidad la imagen de DIOS.
A todos los creyentes católicos y personas de buena voluntad, nos debe quedar enteramente claro, que los vicios encienden en el hombre el deseo ansioso de bienes materiales, y el apetito desordenado de placeres sensuales, porque estos encandilan su inteligencia para que esta no pueda ver esa luz nítida de que Dios le dotó.
Evidentemente que PARA QUE LA TIERRA FRUCTIFIQUE, ESTA HA DE SER TRABAJADA. PUES, LA TIERRA SIN CULTIVO SÓLO PRODUCE MALAS HIERBAS.
Así es que, el hombre por mucho que haga de ir progresando en las cosas de Dios, no será sino hasta que los vicios se extraigan del alma, no desaparecerá la oscuridad y violencia del alma.
Esto, porque en sus aspiraciones y deseos, obligadamente tiene que enfrentarse ante la decisión de elegir entre lo espiritual y lo material.
Y, claro está que, somos muchos los que tenemos una tendencia por demás habitual hacia el puro goce de las cosas que ofrece mundo.
Sin embargo, en el fondo de nuestro ser, al percibir claros reflejos de que debemos tener absoluto cuidado hacia lo espiritual, finalmente, muchos nos disculpamos y nos justificamos el estar confundimos en cuanto a nuestra realidad como seres humanos hechos a imagen y semejanza de Dios.
No obstante, por el hecho de haber sido bautizados en la Fe en JESUCRISTO, ¡la mayoría nos pavoneamos y hasta nos rasgamos las vestiduras frente a los demás! Pero, a decir verdad, muy pocos deseamos tomar en serio la responsabilidad de sabernos ¡CREYENTES CATÓLICOS!
Los hechos hablan por sí mismos. ¡NO PODEMOS HACERNOS LOS CIEGOS PARA NO CAPTAR LA REALIDAD QUE HOY SEGUIMOS VIVIENDO EN NUESTRAS COMUNIDADES!
¿A QUIÉN PODEMOS CULPAR DE TODO CUANTO ACONTECE?
Hoy, seguimos estando ante la dificultad de saber definir cabalmente si es el cuerpo o el alma quien debe conducir nuestra existencia. Nuestro entendimiento se encuentra enfrascado en una verdadera batalla campal e incomprensible, y claro que nos mostramos infelices porque no encontramos el verdadero sentido de la vida.
Por ello, no es raro que de pronto sólo nos encontremos como personas que evidencien una oleada de conflictos internos que nos hacen aparecer desordenados, y que nuestro tránsito por el mundo, nos siga asemejando a “ENSAYADAS MARIONETAS SUSPENDIDAS EN EL TIEMPO Y EL ESPACIO”.
Una verdad inobjetable es que como seres humanos, JAMÁS PODREMOS ENCONTRAR CORDURA (sano juicio), RESPECTO AL PROPÓSITO DE LA VIDA, en tanto no aprendamos que no puede haber fortaleza del alma o el cuerpo mientras existan trastornos internos.
Hoy, no podemos ocultar que nuestra época se ha visto marcada por el miedo y la indecisión del rumbo que deben tomar nuestras vidas. ¡TENEMOS MIEDO A DARLE UN SÍ SOSTENIDO AL COMPROMISO CON DIOS!
Muchos sabemos cabalmente que como sociedad civil, si nos decidimos a obrar con justicia en todos los campos de nuestra vida y NOS DEJAMOS BAÑAR DE LA MENTE DE CRISTO, al grado que observemos las cosas a partir de SU MISERICORDIA y GENEROSIDAD, no habría lugar para las chapucerías que acostumbramos hacer en perjuicio de los demás.
EN LAS CÁMARAS, LOS DIPUTADOS TAMPOCO TENDRÍAN MARGEN PARA PROMOVER y APROBAR LEYES INJUSTAS. Igualmente, NO HABRÍA LUGAR PARA FOMENTAR LA IMPUNIDAD y LA CORRUPCIÓN, ni TAMPOCO HABRÍA ESPACIO DONDE SOCIEDAD y GOBIERNO PODAMOS ALOJAR ESOS MECANISMOS PERVERSOS QUE PROVOCAN TANTA DESIGUALDAD, MISERIAS, INJUSTICIAS y MUERTE.
Sin embargo, “NUESTRA CEGUERA ESPIRITUAL”, sigue haciéndonos pensar erróneamente. Es decir, seguimos creyendo que en este mundo sólo se tiene que vivir en la locura, y/o privación del sano juicio. Creemos que la gente sólo existe para trabajar; trabajar para acumular y acumular para disfrutar. ¡SEGUIMOS VIVIENDO EN EL ERROR!
Tocante a lo anterior, el Obispo de feliz memoria FULTON J. SHEEN, en su obra literaria “AMAOS UNOS A OTROS”, nos ilustra de manera precisa que una de las razones por las que muchos no encontramos solución a los conflictos internos, es porque: “……no hemos definido nunca de forma absoluta para nosotros mismos si es el cuerpo o el alma el que debe dominar. Y agrega: “Si nos concentramos en los placeres del cuerpo, abandonamos los goces del alma. Si nos concentramos en el alma, hacemos que el cuerpo sea su siervo, y por tanto un partícipe en los goces del alma”.
En razón de lo anterior, acentúa que: “…..Mientras vivamos sin una meta de vida, somos como un aparato de radio sintonizado en dos estaciones diferentes, que no capta ninguna armonía, sino perturbaciones atmosféricas, y no nos produce ningún deleite, sino un sentido de irritación”.
Y, en cuanto a LA META DE LA VIDA, el Rev. FULTON J. SHEEN, (CATEDRÁTICO DE FILOSOFÍA EN LA UNIVERSIDAD DE LOUVAIN Y LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE AMÉRICA), al emitir la pregunta “¿Cuál es la meta de la vida humana? Nos dice que: “Esta pregunta ya ha sido contestada: Alcanzar la Vida perfecta sin la muerte, la Verdad sin el error, y el Amor sin el odio o el hastío: que es Dios”.
Y, para ilustrarnos mejor, dice: “Un hombre es feliz cuando llena el fin para el cual fue hecho. Las criaturas de toda clase —oro, alimento, maquinaria, carne, moneda— son medios para alcanzar a Dios. Es el hacer de éstas los fines de la vida, lo que constituye el egoísmo y motiva el pecado y el desorden. Esto sucede tan fácilmente a nuestra naturaleza caída, que debemos de estar constantemente en guardia. Para este fin, hemos de hacer un examen de nosotros mismos cada noche antes de dormirnos, seguido de una oración en que expresemos dolor por nuestros pecados, y pidamos a Dios el perdón, expresando nuestra resolución de enmendar nuestros caminos y hacer penitencia por los pecados que hemos cometido.
Este examen, agrega, puede ser breve. GIRARÁ ALREDEDOR DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES, LOS SIETE ENTERRADORES DEL ALMA: ORGULLO, AVARICIA, ENVIDIA, IRA, GULA, PEREZA Y LUJURIA.
Y, SEVERINO MARÍA ALONSO, C.M.F., en su obra “Las Bienaventuranzas y la Vida Consagrada” del Instituto Teológico de la Vida Religiosa, expresa: “El cristiano está en el mundo y tiene que vivir en el mundo; pero no es del mundo. No puede vivir desde el espíritu del mundo, que es preocupación por las realidades terrenas y despreocupación por los valores del Reino. Tiene que vivificar y transformar, desde dentro, todas las realidades temporales, es decir, todo el mundo”. “……Tiene que trascenderlas y transfigurarlas, para ofrecérselas a Dios”….
En este mismo contexto, pone en relieve que: “Transformar al hombre es la suprema —y la única— manera de transformar el mundo. Y el hombre sólo se renueva y transforma por dentro, cambiando su mentalidad, su corazón y su espíritu (cf. Ez. 18, 31-32). Y “corazón” es la raíz misma de la personalidad, la fuente del pensar y del querer, de donde brota la más firme decisión, el principio de todo lo bueno y lo malo del hombre (cf. Mt. 15, 18-19). Cambiar el corazón es, pues, cambiar al hombre entero y la única forma de asegurar el cambio eficaz de las estructuras……”
………Hasta la próxima, si Dios, nos lo permite……….