EN LA ESPIRAL

          

Vicente González García

TODO SERVIDOR PÚBLICO DEBE ASUMIR SU ENCARGO COMO UN SERVICIO A LA SOCIEDAD Y NO COMO UNA OPORTUNIDAD EN PROVECHO PROPIO Y DE GRUPOS DISTINGUIDOS

En más de una ocasión hemos  mencionado que quienes conforman la asamblea legislativa, dentro de sus respectivas funciones, deberían estar más atentos para que la procuración de justicia en las entidades federativas sean más eficaces para evitar que se fortalezca el hábito de la corrupción, la impunidad y la costumbre de negociar con la ley.

Esta vigilancia, sin duda crearía confianza y certidumbre en la sociedad, que, quiéranlo o no, es a la que se deben y por la que deben legislar. Es decir, a partir de los derechos inalienables del pueblo.

Hoy se ha vuelto si no una necesidad, sí una exigencia el hecho de procurar que se tengan jueces honestos y moralmente solventes, para que en todo momento y sin exclusión alguna ofrezcan el mismo servicio a personas económicamente pudientes y no pudientes. Es decir, que, fuera de todo tipo de privilegios, siempre aparezca el deber como el derecho de todos.

Con lo anterior, se aspira a que la influencia del factor ideológico tanto de la sociedad civil como de los legisladores, no se siga sumergiendo en una situación de pérdida y de confusión, a modo que la evidencia originaria de los fundamentos del ser humano y su actuar ético, así como la doctrina de la Ley Moral Natural  no se sigan enfrentando con otras ideas que constituyen su negación directa.

Y, es que, detrás de estas contrariedades que van en aumento día a día, se desprenden acciones y actitudes individuales y colectivas, como son entre otras más, la indiferencia, el individualismo, el egoísmo, etc., males que seguimos padeciendo y, ¡claro!, de los que todos somos responsables y cómplices de que se sigan acrecentando.

Por ello es preciso subrayar que, “una sociedad que constantemente vive sometida a tantas injusticias y desigualdades como sucede en México, no puede ni debe permanecer insensible ante esta realidad, y más aún, cuando se sabe perfectamente que sus representantes populares (con sus debidas excepciones), hacen que en la interpretación de la leyes se diga lo que ellos quieren, para de esta manera no tener ningún problema en ser los primeros en quebrantarlas.

También, muchos de estos representantes populares, defienden las leyes y piden que se apliquen solamente cuando estas pueden ser manipuladas por ellos en su interpretación.

No es extraño pues, que muchos gobernantes, para tomar las decisiones y pedir reformar tales o cuales Artículos Constitucionales,  pacten con los líderes de las bancadas de los diversos partidos políticos, a quienes conceden ciertos beneficios que son de gran utilidad para sus propias instituciones políticas a cambio de que aprueben sus iniciativas.

A partir de esto, es evidente que los asalariados del pueblo, jueguen a la ingenuidad y sigan creyendo que todo lo que tienen que hacer, lo deben entender solamente a partir de las mayorías coincidentes, y dando el sí aprobatorio a los compromisos con los gobernantes en turno, pero olvidándose que detrás del número mayoritario siempre ha existido en espera un proyecto de verdadero desarrollo que requiere del apoyo de personas con gran estatura moral que deseen ejecutar  ese ennoblecido trabajo que converja en un humanismo integral requerido y reclamado durante muchas décadas.

Si se realizara un pequeño análisis de cuanto ha venido aconteciendo en México quedaría visible que sigue en aumento, y  de forma acentuada, un pujante deterioro en el cuadro político-social.

Y, aunque habría que reconocer que ciertos gobernantes supieron y han sabido asumir sus responsabilidades sociales, la realidad muestra que estas no arrojaron ni han proyectado las políticas necesarias y adecuadas para lograr el justo equilibrio y ofrecer las soluciones a las necesidades y demandas del pueblo; esto, simplemente, porque, ¡¡LAS NECESIDADES DEL PUEBLO YA REBASARON, Y POR MUCHO, LA CAPACIDAD DE RESPUESTA DE LOS GOBERNANTES!!

Por tanto, la vigencia de sistemas de justicia que no consideran al hombre como centro de la sociedad y no realizan los cambios inteligentes y necesarios para lograr una sociedad más justa; la oposición de grupos parlamentarios que, al parecer no tienen otra encomienda sino la de velar sólo por sus propios intereses y el de sus partidos a costa del bien del pueblo, “DEBEN DESAPARECER DEL MARCO SOCIOPOLÍTICO DEL PAÍS PARA QUE DEN PASO A UN NUEVO ORDEN QUE SE FUNDE EN LAS LEGÍTIMAS ASPIRACIONES SOCIALES DEL HOMBRE”.

En este mismo contexto habría pues que asentar puntualmente que, TODO SERVIDOR PÚBLICO, para que contribuya al funcionamiento normal de la sociedad, “debe asumir su actividad como un servicio, porque la dignidad de la función y la vida pública reside en el hecho de que su destinatario natural es la sociedad y sobre todo quienes menos tienen y más dependen del buen funcionamiento de lo público” (Documento de Puebla).

De igual forma, “A los juristas, se les exhorta, según su saber especial, para que reivindiquen el valor de la ley en la relación entre gobernantes y gobernados y para la disciplina justa de la sociedad. A los jueces, para que no comprometan su independencia, juzguen con equidad e inteligencia y sirvan a través de sus sentencias a la educación de gobernantes y gobernados en el cumplimiento de las obligaciones y el conocimiento de sus derechos” (Documento de Puebla).

Finalmente habría que recordar que en materia de Justicia, las Sagradas Escrituras contienen un inagotable tesoro de enseñanzas. Y, a este respecto, el Libro del Deuteronomio, 16, 19, nos dice: “NO TORCERÁS EL DERECHO, NO HARÁS ACEPCIÓN DE PERSONAS, NO ACEPTARÁS GRATIFICACIÓN, PORQUE LA GRATIFICACIÓN CIERRA LOS OJOS DE LOS SABIOS Y PERVIERTE LAS PALABRAS DE LOS JUSTOS”.

                    …..Hasta la próxima, si Dios, nos lo permite…….

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