MENSAJE DOMINICAL
13° Domingo Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy
Mateo 10, 37-42
Al enviar a sus apóstoles, les dijo Jesús: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es dingo de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que quiera conservar su vida, la perderá, y el que la pierda por causa de mí, la conservará. Cuando alguien los recibe a ustedes, me recibe a mí, y al recibirme a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que reciba a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo; y el que dé de beber, aunque sea solo un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa”.
Reflexión
La cruz forma parte del seguimiento de Jesús. En aquel tiempo, la cruz era la pena de muerte que el Imperio romano infligía a los bandidos y a los maleantes. Tomar la cruz y llevarla en pos de Jesús era lo mismo que aceptar ser marginados del sistema injusto del Imperio. La cruz de Jesús es la consecuencia del compromiso libremente asumido de revelar la Buena Noticia de que Dios es Padre y que, por tanto, todas las personas deben ser aceptadas y tratadas como hermanos y hermanas. Por causa de este anuncio revolucionario, Jesús fue perseguido y no temió dar su vida. No hay prueba de amor más grande que dar la vida por el propio hermano.
Saber perder la vida para poderla poseer. Este modo de hablar era muy común entre los primeros cristianos, porque expresaba lo que ellos estaban viviendo. Por ejemplo, Pablo para poder ser fiel a Jesús y ganarse la vida, debió perder todo lo que tenía, una carrera, la estima de la gente, sufrió persecuciones. Lo mismo sucedió a muchos cristianos. Los cristianos por ser tales eran perseguidos. Pablo dice: “Estoy crucificado con Cristo”. “Quiero experimentar su cruz y su muerte, para poder también experimentar su resurrección”. “Estoy crucificado para el mundo y el mundo para mí”. Es la paradoja del Evangelio: el último es el primero, quien pierde vence, quien todo lo da todo conserva, quien muere vive. Gana la vida quien tiene el coraje de perderla.
Oración
Señor Jesús, tú que renunciaste a todo por caminar junto a nosotros, ayúdame a dejarlo todo para seguirte en el camino de la cruz y de la vida. Amén
Acción
Hoy preguntaré al Señor, de preferencia en la intimidad de mi casa: ¿Señor qué quieres de mí hoy?
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«Nuntium Verbi Dei»
“Mensaje de la palabra de Dios”