EN LA ESPIRAL
Vicente González García
“ ES TAREA DE TODO GOBERNANTE, HACER COINCIDIR LA LIBERTAD CON LA JUSTICIA SOCIAL”
En la edición anterior, en este mismo espacio, ya señalábamos que en materia de Justicia Social, hay quienes afirman que las normas de representación del derecho, las formas de construcción social del derecho, en muchos países, “nunca se miraron como formas que deberían afectar a todos”. Es decir, “nunca se consideraron a partir de una verdadera justicia que estuviera por sobre las autoridades públicas, así como de los ciudadanos, para que, gobernados y gobernantes, igualmente reguláramos nuestras conductas”.
Con ello, evidentemente que hoy, no se tendrían privilegios que protegieran los intereses de los grupos de poder; también se minimizarían en gran medida, la corrupción y la impunidad, vicios que nacen a través del hábito de negociar con las leyes. Hábito que, también se ha ido incrementando y extendiéndose hacia todas partes, y con ello, “EL DELITO COBRA FORMA HUMANA”.
Para nadie es desconocido que una norma jurídica implica siempre restricciones a la conducta y de alguna manera, también implica restricciones a una libertad por lo que siempre existirá la posibilidad de una aplicación coactiva por parte del estado.
LAS LEYES, AFIRMAN PERITOS EN LA MATERIA, SON IMPRESCINDIBLES, Y AUNQUE SEAN INJUSTAS, ESTAS DEBEN APLICARSE.
Más, sin embargo, la aplicación de estas leyes que siguen conculcando los derechos inalienables de la persona humana, ¡son exactamente lo que no deberían ser ¡¡SELECTIVAS Y RETARDADAS!! Esto, por la simple razón de que, dependiendo de quién transgreda cualquier precepto, o también, considerando a quién se denuncie y quién lo haga, se puede o no aplicar la sanción correspondiente.
Este tipo de vicios que se dan a través de la corrupción e impunidad, siguen generando grandes decepciones y desconfianza en los ciudadanos comunes y corrientes, toda vez que (con sus debidas excepciones), cuantas veces se recurre ante los responsables de la procuración, impartición y administración de la justicia, ¡¡NO SE HACE JUSTICIA CON LA LEY!!.
De acuerdo a una encuesta sobre valores realizada en 1994, en México, según lo revelan fuentes fidedignas, dejó al desnudo que el 29% de los mexicanos sostenían que las leyes pueden desobedecerse si son injustas. Para 1999 esta misma encuesta arrojó como resultado que el 50% sostenían esa misma postura: ¡¡Las Leyes pueden desobedecerse si son injustas!! Pero, ¿Quién decide si una ley es injusta? ¡¡La cruda realidad es que, CADA QUIÉN DECIDE SI LA RESPETA O NÓ!!
Así pues, este tipo de ilegalidades a las que “en su momento no se puso freno”, aún en nuestros días, siguen doliendo en carne propia a partir de que no hubo autoridad alguna que realmente hiciera coincidir la LIBERAD CON LA JUSTICIA SOCIAL.
Por ello se generaron las desviaciones que aún subsisten en esa materia, y que se apartan totalmente de “ese modelo general que cualquier país que se jacte de “DEMOCRÁTICO” haya tenido previsto en su marco constitucional.
Estas desviaciones en el que se tuvo disimulo y tolerancia con el delito por parte de algunas autoridades responsables de la procuración, impartición y ejecución de la justicia, generó la impunidad, las deficiencias en la administración de justicia, irresponsabilidad o corrupción que allanaron el camino para que aún hoy en día se pueda seguir delinquiendo con mayor facilidad.
No es nada nuevo, ni mucho menos privativo de México el que, ante “LA CULTURA DE LA ILEGALIDAD”, de nueva cuenta surjan sistemas de gobierno corruptos que, alimentados por la ambición de tener más poder y riqueza, sigan privilegiando y compartiendo este tipo de pillajes con los grupos afines a sus visiones ideologizantes, sin importarles que con ello sigan aumentando los cinturones de pobreza que solamente generan muerte y amenazas de las graves y viejas servidumbres que vulneran, y lastiman impunemente la vida comunitaria.
Estas escandalosas realidades de descomposición y desequilibrio en materia de justicia social, nos sigue exhortando en lo personal, y como comunidad creyente a que, como lo señala el documento de Aparecida: “Pensemos cuán necesaria es la integridad moral en los políticos. (…) Cuánta disciplina de integridad moral necesitamos, entendiendo por ella, en el sentido cristiano, el autodominio para hacer el bien, para ser servidor de la verdad y del desarrollo de nuestras tareas sin dejarnos corromper por favores, intereses y ventajas. Se necesita mucha fuerza y mucha perseverancia para conservar la honestidad que debe surgir de una nueva educación que rompa el círculo vicioso de la corrupción imperante. Realmente necesitamos mucho esfuerzo para avanzar en la creación de una verdadera riqueza moral que nos permita prever nuestro propio futuro” (párrafo 507, pág. 229).
Hoy pues, sigue siendo de vital importancia que se siga profundizando en un proceso de reforma de los Tres Poderes, EJECUTIVO, LEGISLATIVO Y JUDICIAL.
Con respecto al Legislativo, este debe hacer esas grandes reformas que se necesitan para el buen desarrollo del país en materia de las políticas públicas. ¡¡México, no necesita Cadillos!! “¡¡El pueblo necesita que se terminen las batallas ideológicas que a nadie benefician; el pueblo mexicano necesita de legisladores que emitan, promuevan y aprueben leyes que abonen al fortalecimiento de una democracia viva, dinámica y respetable en la vida de todos y cada uno de los mexicanos, toda vez que la verdadera democracia supone el libre ejercicio de todos nuestros derechos, la fiel observancia de nuestras responsabilidades y la lucha permanente por alcanzar la justicia social para cancelar la miseria, la ignorancia y la injusticia, que no solamente estorban la a verdadera unidad como pueblo, sino que presentan el campo propicio para la discordia, la incomprensión y la violencia!!”
En el ámbito del Poder Judicial, el cual, si bien ha mejorado en los últimos años, requiere se consolide su imparcialidad, su oportunidad al momento de juzgar y su legítima autonomía respecto de los otros poderes.
Es preciso que quienes integran el Poder Judicial sancionen de una manera justa a quienes transgredan la ley aplicando penas proporcionales al delito cometido y a su circunstancia específica evitando particularmente la impunidad, la corrupción, el autoritarismo, la discrecionalidad, la venganza, la selectividad o preferencialismo, y tantos otros vicios más que deben erradicarse.
……Hasta la próxima, si Dios, nos lo permite…..