MENSAJE DOMINICAL

15° Domingo Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy
Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: «Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos».
Los discípulos se fueron a predicar la conversión. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Reflexión:
Cómo nos enviaría Cristo si lo hubiera hecho en el mundo de hoy? Cambiarían de nombre las prendas de vestir y de calzado, pero todo lo demás seguiría igual. La misión es exactamente la misma: construir el Reino de Dios.
La misión de hoy, como la de aquel entonces, exige dejarlo todo. No podemos confiar en todos los recursos o habilidades que se puedan acumular. Más aún, la misión siempre significa dejarnos a nosotros mismos; sólo el que sale de sí podrá escuchar el llamado de Dios y encontrar a sus hermanos.
La misión de hoy, como hace dos mil años, consiste en predicar la conversión, curar enfermos y expulsar demonios. Sí, también es una batalla contra los demonios, luchando contra el mal con obras de bien, pero lo más importante es vencer el odio con un amor auténtico. Sólo donde reina el bien y el amor, sólo ahí reina Cristo.
Pues bien, así nos enviaría, y así nos envía, efectivamente. Porque ser cristiano, hoy como hace siglos, ya lleva en sí el llamado a una misión. Sólo hay que descubrir cómo se traduce en este día concreto.

Oración:
Señor Jesús, enséñame a dejarlo todo para ponerme en camino, llevando sólo el bastón de la cruz y las sandalias de tu amor. Pon tus palabras en mi corazón y en mi boca para anunciar a todos los hombres y mujeres el mensaje que Tú les quieres predicar. Amén.

Acción:
Hoy acompañaré a alguien que vea solo o triste, dándole un poco de consuelo y viendo en él o ella a Cristo mismo que me necesita.
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“Nuntium Verbi Dei
“Mensaje de la palabra de Dios”

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