EN LA ESPIRAL

Vicente González García

“ES RESPONSABILIDAD DE TODA SOCIEDAD EL BUSCAR RELACIONES MÁS JUSTAS Y FRATERNAS”

El Papa San Juan Pablo II en su Encíclica “Centesimus annus”  , manifiesta que la Doctrina Social de la Iglesia se desarrolló en el siglo XIX, cuando se produce el encuentro entre el evangelio y la sociedad industrial moderna, sus nuevas estructuras para producción de bienes de consumo, su nueva concepción de la sociedad, del Estado y de la autoridad, sus nuevas formas de trabajo y de propiedad, y añade que: “El desarrollo de la doctrina de la Iglesia en materia económica y social da testimonio del valor permanente de la enseñanza de la Iglesia, al mismo tiempo que del sentido verdadero de su Tradición siempre viva y activa”. (CIC p. 640, 2421).

En este mismo apartado el Catecismo de la Iglesia Católica nos explica claramente que: “La enseñanza social de la Iglesia contiene un cuerpo de doctrina que se articula a medida que la Iglesia interpreta los acontecimientos a lo largo de la historia, a la luz del conjunto de la palabra revelada por Cristo Jesús y con la asistencia del Espíritu Santo. Esta enseñanza, aclara el propio documento, resultará tanto más aceptable para los hombres de buena voluntad cuanto más inspire la conducta de los fieles” (CIC. 640, 2422).

Igualmente, pone en claro que: “La doctrina social de la Iglesia propone principios de reflexión, extrae criterios de juicio, da orientaciones para la acción”.

Por tanto es preciso anotar que: “Los principios de reflexión son un conjunto de valores de carácter permanente, válidos en todo tiempo y lugar, inspirados en el Evangelio y que tienen obligatoriedad moral para orientar y regular la vida social por parte del creyente.

El principio fundamental es LA VIDA y DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA y de ahí se desprenden otros principios como el BIEN COMÚN, la autoridad, y la solidaridad; la subsidiariedad, el destino universal de los bienes y la participación.

Por lo que se refiere a los Criterios de Juicio, estos, deben considerarse como valoraciones que se hacen a partir de contrastar los principios permanentes de reflexión anteriormente mencionados, con los desafíos y problemas graves de una sociedad concreta en un tiempo determinado. Por ejemplo: “VER Y JUZGAR” a la luz de estos principios: “LA INJUSTICIA QUE EN MUCHAS COMUNIDADES SE SIGUE COMETIENDO, sobre todo, con los sectores de población más indefensos, a quienes se les sigue excluyendo de todo tipo de beneficios que se generan en sus lugares de origen.

Pero aún más, tras ignorárseles en sus quejas y peticiones y, a partir de que, habiendo como hay tantos hombres oprimidos actualmente por el hambre en el mundo, indudablemente que,“duele hasta la médula de los huesos” la frase de los padres y doctores de la iglesia cuando nos recuerdan a los fieles laicos y a las propias autoridades de ese deber ineludible de justicia hacia las familias olvidadas: “ALIMENTA AL QUE MUERE DE HAMBRE, PORQUE SI NO LO ALIMENTAS, LO ASESINAS”.

Y, sobre este punto, por qué no decir y aceptar que “la tragedia de la vida humana personal y social reside en la coexistencia del AMOR y EL ODIO. Esto, porque hay momentos en los que el odio predomina sobre el amor. En personas, grupos y pueblos se asoma el sentimiento de rechazo, de exclusión y de muerte.

Las cosas empiezan en el corazón: en él se alimenta el perjuicio, anida la mala intención y se produce la antipatía. Todo esto se prolonga en las actitudes, de las que terminan en las manos: con ellas se practica la violencia en sus diversas formas, la tortura, la limpieza racial, el asesinato y todo tipo de guerras. “El odio es pues una avasalladora energía de destrucción”.

Sin embargo, gracias a Dios, nunca nadie conseguimos ser totalmente malos. Si así fuera, nos hundiríamos en la perdición absoluta.

Y es que, cuando iniciamos nuestra caída hacia la perversión, ésta comienza lentamente; y, precisamente, en ese poco a poco, (cuando se tiene la buena voluntad de hacerlo) bien se puede rescatar la dimensión del amor, esa dimensión que siempre se oculta en el proyecto del odio.

Hoy pues, se puede ver y juzgar a la luz de los principios antes citados, la  injusticia, bajeza y burla con la que muchos gobiernos distribuyen los recursos que administran.

¿Cómo poder entender que ciertos gobernantes confabulados con legisladores y jueces, dispongan de enormes cantidades de dinero que es patrimonio del pueblo en obras infructuosas y adquisiciones de modernos medios de transporte, que carecen de ese profundo y expresivo principio de justicia incorruptible?

¿ESTE SERÁ EL TIPO DE GOBERNANTES, LEGISLADORES Y JUECES QUE SE NECESITAN PARA QUE PROMUEVAN LEYES PARA  MOTIVAR UNA NUEVA CULTURA QUE MÍNIMAMENTE PRACTIQUE EL BIEN COMÚN, Y  QUE LA JUSTICIA DISTRIBUTIVA NO PISOTEE LOS VALORES FUNDAMENTALES DE LA PERSONA HUMANA?

Siguiendo con las Directrices de ACCIÓN, que es el TERCER ELEMENTO de la DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA: Estas, son en efecto, recomendaciones prácticas que se hacen con respecto a esas valoraciones y en circunstancias específicas, para limitar, corregir o eliminar los males presentes, o para crear, fortalecer y/o difundir los bienes actuales en la relaciones sociales.

“El objetivo que pretende esta enseñanza es interpretar las complejas realidades que enfrenta el hombre en sociedad y compararlas con lo que la Iglesia enseña y propone, a fin de buscar relaciones más justas y fraternas entre todos”. (Cf. Sollicitudo rei socialis, 41).

En este mismo contexto, es oportuno precisar que, “si la doctrina social de la Iglesia pide de la autoridad pública “la estabilidad de un orden justo”, es legítimo manifestar que este orden se consigue sólo por la promoción de valores trascendentes, como lo ilustra la encíclica “Veritatis Splendor”.

Sobre lo antes expuesto, es de suma importancia observar la particularidad de muchos que nos decimos ser católicos a nuestro modo de ser y proceder.

Por principio, muchos no acatamos los principios básicos de la iglesia, sino que valoramos más nuestras ideologías político-partidistas, y con ello, evidentemente arrinconamos nuestra fe y pertenencia a la iglesia, y cuando trabajamos en un puesto público de elección popular (con sus debidas excepciones), la mayoría nos hemos dejado corromper por el poder, al grado de abusar de los derechos de los demás.

Ciertamente que a un importante número de estas personas que ejercen el poder temporal, también las podemos descubrir inventando cosas que les permitan fingir que están actuando eficazmente, aunque en realidad están anteponiendo su éxito personal a su responsabilidad social.

Estas actitudes que de ordinario se dan en Presidentes, Diputados, Senadores y Jueces, ellos y muchos de nosotros sabemos que son nocivas y peligrosas para cualquier comunidad. Sin embargo, muchos de ellos, cuando concluyen su período administrativo, “NO EXISTE LEY QUE LES OBLIGUE A ENFRENTAR EL MÍNIMO DE LOS JUICIOS POR LA VIOLACIÓN DE PRECEPTOS CONSTITUCIONALES”. La verdad es que son muy raros los casos en que se concreta una sanción de acuerdo a los abusos, fraudes, malversación de fondos e injusticias cometidas por ciertos políticos.

Ante este tipo de abusos que son muy comunes por parte de quienes rigen los destinos de los pueblos, “TODOS SOMOS RESPONSABLES, EN MAYOR O MENOR GRADO”, por encontrarnos tan egoístamente preocupados por nuestros asuntos personales, y prestar poca ó nada de atención a los problemas que trascienden nuestro ámbito individual.

Actuamos pues como si los demás no existieran o no tuvieran dignidad ni derechos. Con esta mezquina actitud, estamos afirmando que a los demás no los reconocemos como prójimos.

Estas realidades tan palpables hoy en nuestros días, también nos muestran que a muchos de nosotros como sociedad, y también a algunos gobernantes, Legisladores y Jueces  nos ha valido un cacahuate saber que “¡¡EL SERVILISMO VUELVE A LA GENTE ESTÚPIDA!!”

Así pues, la peor injusticia de la que podemos ser cómplices, un gran número de personas que nos hacemos llamar católicos, es: “DEJAR LAS COSAS COMO ESTÁN PARA QUE CADA DÍA CIENTOS DE MILES DE FAMILIAS ESTÉN PEOR”, 

Con ello, también nos estamos olvidando que, “DIOS HA PUESTO EN CADA UNO DE NOSOTROS LAS CAPACIDADES NECESARIAS PARA CONSTRUIR UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA Y FRATERNA”.

           ………..Hasta la próxima, si Dios, nos lo permite…….

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