EN LA ESPIRAL
Vicente González García
“HOY, LA SOLIDARIDAD ENTRE EL GÉNERO HUMANO SE HA VUELTO ESCASÍSIMA”
Es una verdad inobjetable que desde hace unas décadas atrás, muchos llevamos una vida de manera errónea; esto, en cuanto a la meta de la propia existencia.
La configuración de las instituciones, evidentemente son necesarias; sin embargo, muchas de estas las hemos ordenado a partir de una atrevida preeminencia del hombre sobre las cosas, olvidándonos y rechazando de forma deliberada el orden establecido por Dios, de quien viene el origen y el destino del hombre.
Ante esto. No es raro que nos encontremos bañados de una serie de filosofías que como sociedad nos han orillado a perdernos en una especie de arenas vacilantes, y en un frío escepticismo.
Los efectos que a diario experimentamos a causa de nuestros comportamientos, no se han hecho esperar. Estos, ciertamente están en oposición con la dignidad humana.
Así pues, seguimos constatando, “los robos, la retención deliberada de cosas recibidas en calidad de préstamo u objetos perdidos; el fraude comercial, los salarios injustos, el alza de precios en medicinas y productos básicos con un claro abuso sobre la ignorancia y las carencias de los más necesitados; la confiscación y el uso privado de los bienes sociales de ciertas empresas; los trabajos mal realizados pero súper bien cobrados; las obras que llevan vicios ocultos, con un gran costo para la comunidad y bajo la complacencia de ciertos gobiernos; los fraudes fiscales, la falsificación de cheques, y facturas fantasmas, y el desmedido derroche que se da en los individuos y familias pudientes”.
¿Quién no ha sabido y notado las escenas de desesperación y aterradoras que viven los millones de personas que carecen de una oportunidad de empleo; y los que lo tienen son mal remunerados?
Ante esta situación, a muchos, los ojos se les saltan de las órbitas, y se les deforman sus rostros con sólo pensar que el sustento diario que llevan a sus familias no alcanzará a pesar de las largas jornadas de trabajo.
Los precios de los productos que se requieren para vivir “honestamente” y con la ausencia de lujos, se han elevado de forma criminal.
Hoy, en miles de comunidades, los jefes de familia han llegado a la desesperación. La desesperación surge cuando la persona se encuentra en una situación sin salida y se ve acorralada contra la pared.
Así pues, entre los muchos escenarios de desaliento, predominan de forma particular: la miseria social y el conocimiento de la muerte próxima e inevitable. Esto, porque, más de mil millones de personas viven por debajo de la línea de la miseria.
Los números de las estadísticas que revelan algunas instituciones encubren la desesperación de los que no saben lo que van a comer, dónde van a dormir y cómo van a llegar al día de mañana.
Hoy, vivimos frente a un panorama penoso, porque la solidaridad se ha vuelto escasísima entre los humanos, pero sobre todo, entre “los que nos decimos creyentes católicos”
¡Claro que, el mayor dolor e impotencia, es ver sufrir a los hijos de hambre y no saber a quien recurrir!
¿Acaso no es triste y doloroso ver a los miles y miles de niños y niñas de la calle, enflaquecidos, durmiendo y viviendo en el desamparo y sedientos de un gesto de amor y amenazados de muerte por los grupos delincuenciales?
Podríamos decir también que “no es menor la angustia de ver a millones de enfermos que inútilmente buscan ayuda en las instituciones de salud públicas y particulares y no son atendidos”
Lo mismo podríamos expresar de los viejos, quienes después de una larga vida productiva, hoy hacen largas filas para ver si les otorgan las “ridículas” pensiones.
Esto sí que es una verdadera tristeza, porque en estos millones de hermanos que sufren tales injusticias, vemos obscurecida la imagen y semejanza de Dios.
Les negamos la mínima humanidad que se debe tanto a esos niños inocentes, a los enfermos, a los ancianos, y a quienes se les sigue negando la oportunidad de un trabajo bien remunerado y puedan llevar una vida honesta y en armonía con los demás.
Frente a lo antes citado, bien pudiera decirse que el contexto en que se encuentran nuestras familias y la sociedad en general presenta dos inclinaciones, y estas nos presentan “ASPECTOS NEGATIVOS Y POSITIVOS”.
Los primeros emiten claros mensajes del rechazo que el hombre argumenta sobre el amor de Dios, y los segundos, presentan indicadores innegables de la eficaz redención de Cristo en el mundo.
A partir de considerar estas realidades, es necesario anotar que la sociedad Pluricultural en la que nos descubrimos, ha llegado a tal grado de confusión sobre la finalidad de la vida, que no acierta en el modelo de ser y estar en este mundo para librar ese combate entre las LIBERTADES QUE SE OPONEN ENTRE SÍ.
Estas libertades, como lo expresa el Filósofo y Teólogo SAN AGUSTÍN: son,“UN CONFLICTO ENTRE DOS AMORES: EL AMOR DE DIOS LLEVADO HASTA EL DESPRECIO DE SÍ, Y EL AMOR DE SÍ MISMO LLEVADO HASTA EL DESPRECIO DE DIOS” (Cfr. S. Agustín, De Víciate Dei. XIV, 28: CSEL 40, II 56s.).
El Papa San Juan Pablo II, en su Carta Apostólica “FE y RAZÓN”, nos dice que, CUANDO EL HOMBRE SE ALEJA DE LA VERDAD DE SU ORIGEN Y SU DESTINO, siempre se expone al riego del fracaso y acaba por encontrarse en la situación del “necio”. Para la Biblia,“EN ESTA NECEDAD HAY UNA AMENAZA PARA LA VIDA”.
“En efecto, –insiste San Juan Pablo II en su Carta Encíclica–, el necio se engaña pensando que conoce muchas cosas, pero en realidad no es capaz de de fijar la mirada sobre las esenciales. Ello le impide poner en orden su mente y asumir una actitud adecuada para consigo mismo y para con el ambiente que le rodea. Cuando llega a afirmar: <<Dios no existe>>, muestra con claridad definitiva lo deficiente de su conocimiento y lo lejos que está de la verdad plena sobre las cosas, sobre su origen y su destino”….
Hoy en día, cuántos somos los que nos cuestionamos el por qué de las cosas. Cuántas veces nos hemos preguntado: ¿POR QUÉ LA PRESENCIA DEL DOLOR, DEL MAL, Y DE LA MUERTE A PESAR DE TANTO PROGRESO?
Igualmente, cuántas veces nos hemos dado respuestas angustiantes por no estar satisfechos con los beneficios obtenidos en la vida, diciéndonos a nosotros mismos: ¿DE QUÉ VALEN TANTAS CONQUISTAS SI SU PRECIO ES, NO RARAS VECES INSOPORTABLE?
Sin duda pues que, EN TORNO A ESTOS FENÓMENOS NEGATIVOS, SE ENCUENTRA MUCHAS VECES LA FALSEDAD DE LA IDEA Y DEL USO DE LA LIBERTAD QUE MUCHOS IMAGINAMOS Y DECIMOS TENER.
Muchos somos los que BUSCAMOS LA LIBERTAD PERO NO COMO LA CAPACIDAD DE REALIZAR LA VERDAD DEL PROYECTO DE DIOS, SINO COMO UNA FUERZA AUTÓNOMA DE POR SÍ MISMOS, Y EN ORDEN AL PROPIO BIENESTAR EGOÍSTA.
SAN JUAN PABLO II, en su Carta Encíclica FE y RAZÓN,(p. 28) nos aclara: “Si el hombre con su inteligencia no llega a reconocer a Dios como creador de todo, no se debe tanto a la falta de un medio adecuado, cuanto sobre todo al impedimento puesto por su voluntad libre y su pecado”…
Es tiempo de que como sociedad hagamos un alto en el camino y reconozcamos las realidades que nos rodean, porque estas nos siguen dando dan claros indicadores de que seguimos perdiendo a grandes zancadas esa identidad que nos aconseja entrar en recta razón para evitar seguir desfigurando el significado profundo de nuestra existencia humana.
…..“En Dios está el origen de cada cosa, en El se encuentra la plenitud del misterio, y ésta es su gloria; al hombre le corresponde la misión de investigar con su razón la verdad, y en esto consiste su grandeza”….. (Carta Apostólica Fe y RAZÓN, Beato Juan Pablo II, p. 27).
Muchos podrán decir que ¡ya basta con estos aburridísimos (¿?) temas! Pero, qué decimos cuando enfrentamos problemas graves como los que estamos viviendo en sus diversas manifestaciones, ¿A quién recurrimos para que nos ayude, nos escuche y nos dé una pronta resignación y la paz en nuestros hogares y comunidades?
No olvidemos pues, que todos, creyentes y no creyentes estamos llamados a ser solamente colaboradores de Dios en su Plan de Salvación.
Esto es cuestión de fe. Quien lo quiera creer, pues, excelente, y manos a la obra, hay que hacer lo que debemos. Y quien no crea, de todas maneras, ¡que Dios le bendiga y le ayude!
……..Hasta la próxima, si Dios, nos lo permite………..