EN LA ESPIRAL   

              

Vicente González García

“QUIEN EXCLUYE A DIOS DE SU HORIZONTE, FALSIFICA EL CONCEPTO DE LA REALIDAD” (BENEDICTO XVI, DOCUMENTO DE APARECIDA)

En el peregrinar por este mundo, el hombre de hoy, “camina colmado de suciedad inmoral, pero vacío de fortaleza espiritual”. Esto, porque en el entorno en que vive, existe una carrera insaciable por la obtención del dinero y el poder.

Entre otros factores que influyen para que se siga dando este fenómeno de dimensiones incalculables, se cuentan las diversas formas de injusticia social y económica, así como la corrupción política que sigue en aumento y a su vez generando indignaciones reacias manifestadas en toda forma de violencia.

Estos amplios sectores de población que se sienten oprimidos y humillados en sus derechos fundamentales, están hambrientos y urgidos de una cultura de vida que no solamente se vea expresada en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas, y así “pasar de la miseria a la posesión de lo necesario…., a la cooperación del bien común…. hasta el reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin” (PABLO VI Populorum progressio, 21).

Día a día pues, es más frecuente la remarcada exigencia de una EFICAZ RENOVACIÓN PERSONAL, SOCIAL, ECONÓMICA Y POLÍTICA que sea capaz de asegurar a la sociedad sin exclusión alguna, JUSTICIA, SOLIDARIDAD, HONESTIDAD Y TRANSPARENCIA.

Que el camino a recorrer es largo y fatigoso? Sin duda que lo es. Más sin embargo, pese a que las estructuras justas jamás serán íntegras de manera definitiva, “éstas han de estudiarse,  aprenderse y confeccionarse a la luz de los valores fundamentales, con todo el entusiasmo de la razón política, económica y social. Estas bases, debe entenderse cabalmente, son un  asunto de la recta razón. Es decir, ¡no provienen, no surgen, ni son emanadas de ideología alguna ni de sus promesas!

Durante mucho tiempo, como ya lo hemos citado en más de una ocasión en este espacio, no es difícil encontrar el origen de las situaciones múltiples que generan injusticia, pues, este se evidencia en las causas propiamente culturales, afines con una cierta visión del hombre y de la sociedad. Más pese a ello, la realidad es que, en el centro de la cuestión cultural está el SENTIDO MORAL, que a su vez se fundamenta en el sentido religioso.

Por tanto, es preciso entender cabalmente que, el bien supremo y el bien moral se encuentran en LA VERDAD: la VERDAD DE DIOS CREADOR Y REDENTOR.

Más sin embargo, es un hecho que hay quienes piensan y aseguran que es una mentira que existe una verdad trascendente, con cuya obediencia el hombre conquista su plena identidad. Estas personas evidentemente, también habrán de llegar a la conclusión de  que en su visión agnóstica, no existe ningún principio seguro que garantice las relaciones justas entre los hombres, de tal suerte que, los intereses personales y de grupo los habrán de enfrentar irremediablemente unos a otros.

Para quienes promueven este tipo de doctrina que tiene como oficio fingir e ignorar todo lo concerniente a los asuntos en materia religiosa, “¡¡no les extrañará que triunfe la fuerza del poder, y a la vez, cada quien, desde su trinchera utilice todo el potencial de que disponga para  imponer sus propios intereses y opiniones por mezquinos y deshumanizados que estos sean, puesto que, su único propósito es ¡¡aplastar a los demás!!”

De lo antes expuesto, muchos podrán refutar, y están en su pleno derecho. Más sin embargo, una realidad palpable es que la cultura actual (llamada moderna), ¡¡ha perdido su identidad con ese entramado esencial entre VERDAD=BIEN=LIBERTAD.

Estos cambios culturales, como bien lo señala el Papa BENEDICTO XVI, en el documento de APARECIDA: “Han modificado los roles tradicionales de varones y mujeres, quienes buscan desarrollar nuevas actitudes y estilos de sus respectivas identidades, potenciando todas sus dimensiones humanas en la convivencia cotidiana, en la familia y en la sociedad –y puntualiza–, a veces por vías equivocadas”.

Y más adelante, el Sumo Pontífice agrega: (….)”Se legitima que los deseos se vuelvan felicidad. Como sólo se necesita lo inmediato, la felicidad se pretende alcanzar con bienestar económico y satisfacción hedonista”.

Igualmente, el sucesor de Pedro, hace un marcado énfasis en que: “Vivimos un cambio de época, cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios; –y añade—: “aquí está precisamente el gran error de las tendencias dominantes en el último siglo… Quien excluye a Dios de su horizonte, falsifica el concepto de la realidad y sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas”(….).

Hoy pues, no podemos decir que ignoramos lo que acontece en nuestro tiempo y nuestra cultura. Nuestra lastimosa realidad de “hombres modernos” se ha visto absorbida por ideologías que promueven un individualismo que sigue debilitando a gran escala los vínculos comunitarios y dejando de lado el interés por EL BIEN COMÚN, para así, dar paso a la práctica inmediata de los deseos personales, al engendro de nuevos, atractivos e innovadores, pero arbitrarios derechos individuales, y olvidándose de los problemas de la sexualidad, la familia, las enfermedades y la muerte.

Igualmente, sabemos que nos encontramos sumergidos en una cultura tecnológica que debería estar al servicio del hombre, más sin embargo,  esta cultura ha hecho de nuestra existencia humana “seres tecnificados. Es decir, nos ha hecho ¡¡hombres convertidos en máquinas, en rutinas, en moldes, en reflejo de lo que vemos y escuchamos!!”.

El hombre moderno pues, se ha deshumanizado por haber perdido la Fe Cristiana, ¡¡ha caído en una crisis de Fe, en una crisis de identidad con la finalidad de su propia existencia!!

Y respecto a estas actitudes contrarias al orden establecido por Dios,  BENEDICTO XVI, previene que: (…) ”Se verifica, a nivel masivo, una especie de nueva colonización cultural por la imposición de culturas artificiales, despreciando las culturas locales y tendiendo a imponer una cultura homogeneizada en todos los sectores. Esta cultura, advierte el Papa, se caracteriza por la autorreferencia del individuo, que conduce a la indiferencia por el otro, a quien no necesita ni del que tampoco se siente responsable. Se prefiere vivir día a día, sin programas a largo plazo ni apegos personales, familiares y comunitarios. Las relacione humanas se consideran objetos de consumo, llevando a relaciones afectivas sin compromiso responsable y definitivo”.

Sin duda pues que todos, tenemos nuestra propia forma de pensar, y  vivir de la forma más placentera. Y, ¡claro!, Dios, nos otorgó la libertad de elegir entre el bien y el mal.

Por ello, bien cabe preguntarnos si realmente queremos cambiar nuestra forma de vida, y cuándo.

—¿Cuándo debemos regresar al camino que nos ofrece Vida en        Abundancia?

—¿Acaso nuestra respuesta será, UN DÍA ANTES DE MORIR?

—Pero, ¿Si no sabemos ni el día, ni la hora en que tengamos que dejar nuestra corteza humana y vuelva al polvo del que fue formada?

—Entónces, ¡¡lo más acertado sería, RECTIFICAR EL CAMINO DESDE HOY, PORQUE NO SABEMOS SI EL DÍA DE MAÑANA ESTAREMOS MUERTOS!!.

Tengamos pues siempre presente, que: “Jesucristo, tras haber vencido las tentaciones del enemigo, anunció para todos los tiempos LA VERDAD SUPREMA de que la religión no es esencialmente social, ni política, ni mundana.

Más bien, nos anunció que las funciones de la Religión Instituida por El, son: Administrar la Vida Divina  a la sociedad, la Justicia Divina a la política, y el Perdón Divino a las cosas del mundo” (EL ETERNO GALILEO P. 38. FULTON J. SHEEN).

                   ……Hasta la próxima, si Dios, nos lo permite…….

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