IMPARTEN CONFERENCIA EL MISTICISMO DE LA MUERTE


En el marco del Séptimo Festival de día de Muertos, el Pbro. Elías Sánchez, Lic. David Plasencia y el Dr. Ignacio Moreno Nava Tenorio ofrecdieron la conferencia el Misticismo de la muerte, disertando sobre diferentes tópicos en este tema tan cruciaql en la idiosincracia mexicana.
Para los pueblos originarios de México, la muerte tenía otro significado del que tiene para un mexicano actual. La muerte figuraba, en todo caso, como parte de un ciclo interminable entre la vida y la muerte. El sentido de castigo, expiación de culpas y lugares paradisíacos e infernales llegaron con la religión católica con la que se evangelizó a los indígenas que quedaron con vida tras la Conquista.

La conmemoración del día de los Fieles Difuntos fue establecido por la Iglesia Católica hacia 1049 y es adjudicado a San Odilón, Abad de Cluny. Se dice que fue a través de una revelación que este monje estableció el 2 de noviembre para dedicarlo al recuerdo de los difuntos así como para las ánimas del purgatorio. Más tarde, ya para el siglo XIII, era aceptada esta fecha en el calendario de la Iglesia Católica para visitar los cementerios.
Cuando la llamada conquista espiritual se consumó en México, a principios del siglo XIX, la fecha ya presentaba varias de las costumbres que aún prevalecen: las ofrendas de flores y comidas en los cementerios, la venta y consumo de pan, la música, las veladoras; así como expresiones como las Calaveritas literarias y las famosas representaciones pictóricas de las calaveras y catrinas en distintas situaciones como fiestas y bailes que tanta presencia tienen hasta nuestros días.
En algunos lugares de México los festivales del Día de Muertos incluyen concursos de las conocidas «calaveritas literarias». Estas composiciones en verso con un tono jocoso y de sátira a modo de epitafio fueron publicadas por primera vez en 1879, en el periódico El Socialista, de Guadalajara. Hoy tan comunes, promovidas incluso en las escuelas o en la radio, por nombrar algunos lugares, en el siglo XIX tenían serios detractores por su carácter «poco culto».

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