NOTAS AL AIRE

S. ANAYA G
BIENAVENTURADA VEJEZ
«Me viene a la mente una palabra que parece fea: vejez. Asusta, por lo menos».
«Mientras somos jóvenes, tenemos la tendencia a ignorar la vejez, como si fuera una enfermedad, una enfermedad que hay que tener lejos».
«La vejez no es una enfermedad. La persona de edad avanzada no es un marciano».
«¡Los ancianos son la reserva sapiencial de nuestro pueblo!».
«Los ancianos son una riqueza que no se puede ignorar».
«El número de ancianos se ha multiplicado, pero en nuestras sociedades no se les respeta».
«Cuando nos volvemos ancianos, especialmente si somos pobres, estamos enfermos, estamos solos, experimentamos las lagunas de una sociedad programada sobre la eficacia que, en consecuencia, ignora a los ancianos».
«Los jóvenes de hoy serán los ancianos de mañana. También ellos [los ancianos de hoy] lucharon por una vida digna, recorriendo nuestras mismas calles y viviendo en nuestras casas. Tengamos bien presente: donde los ancianos no son respetados, los jóvenes no tienen futuro».
«La atención a los ancianos hace la diferencia de una civilización
Jovenismo reinante
La palabra jovenismo aún no está registrada en el diccionario; sin embargo, ya tiene rato de uso.
¿Qué quiere decir dicho término?

El sufijo «isimo» indica actitud (como en las palabras egoísmo, individualismo, etc.); y en el caso de la palabra jovenismo, las actitudes que se han querido señalar son básicamente dos. La primera: la actitud de prepotencia y abuso de poder que ejercen algunos jóvenes sobre sus padres, maestros y mayores. La segunda: una corriente, inventada por los que ya no son jóvenes, para tratar de imitar lo juvenil. Y esta segunda acepción es la que más se está empleando.
El filósofo y dramaturgo francés Alain Badiou, en su libro La verdadera vida: Un mensaje a los jóvenes, señala que se ha abandonado la valoración de la vejez y su sabiduría, y que la sociedad se ha precipitado hacia el jovenismo.«El jovenismo, en tanto ideología, en tanto tema de la publicidad comercial, impregna a la sociedad, que toma a los jóvenes como modelo», escribe Badiou.
Y continúa: «Parecería que son los viejos quienes quieren seguir siendo jóvenes a toda costa, y no los jóvenes quienes aspiran a convertirse en adultos».
Así, «el jovenismo es la tendencia a aferrarse a la juventud tanto como sea posible, comenzando por la juventud del cuerpo, en lugar de asumir la sabiduría de la vejez como algo superior». Parece, pues, que hoy el gran infortunio es ser viejo.
Los medios de comunicación, el consumismo, el utilitarismo y el economismo lo cantan a diario: los viejos cuestan mucho y no generan ganancias. Pero, a final de cuentas, como expone otro filósofo francés, Robert Redeker, si el jovenismo se mira en detalle no es más que una mentira en doble faz: expulsa a los mismos jóvenes de la posibilidad de un futuro (tener adultez y vejez) y a los ancianos de un pasado.
Ahora bien, tan humanas son la enfermedad como la salud, y la vejez como la juventud. Por ello, si no se valoran la vejez y la muerte no se podrá comprender la vida misma. Además, aunque un anciano posee ciertas limitaciones físicas, el fin de la vida no es la vejez. Incluso la palabra jubilación tiene que ver con júbilo. Así hay que ver y vivir la ancianidad.

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