HISTORIA DE LOS TLAHUALILES.


El Tlahualil es el alma de las festividades del Santo Patrón de Sahuayo.
Sin poder precisar la fecha del inicio de la presencia del tlahualil en las festividades del Patrón Santiago, se volvieron símbolo de identidad sahuayense. El atuendo del tlahualil se confeccionaba según las posibilidades tanto artísticas como económicas de cada individuo.
Diferentes testimonios dicen que en un principio la máscara se hacía con una penca de maguey o nopal tierno, a la que se le hacían dos agujeros para los ojos y se ponía a secar sobre una teja para que adoptara la curvatura de la misma y pudiera ajustarse a la cara. Dado lo lento que resultaba el proceso, se empezaron a hacer moldes de barro para elaborar la máscara con papel y engrudo.
Los trajes eran adornados con conchas y corcholatas. Poco después, el uso de corcholatas fue suplantado por el «carruto» o «carrujo», tubito de lámina de 5.5 cm. de largo. Para la elaboración de este carruto, se utilizaban botes alcoholeros que se cortaban en tiras, para luego aplanarse y enrollarse pareciendo una cerbatana y fijándose cada una sobre un cordón de un fleco.

La decoración de las máscaras también fue cambiando y las alas de las aves fueron suplantadas por plumas.
El proceso era muy laborioso ya que las pluma se fijaban con hilo, una por una, aún carrizo de aproximadamente 50 centímetros de longitud. El número de carrizos emplumados que se necesitaban una variable dependiendo del tamaño del penacho, y para evitar que este se abriera, le colocaban un alambron delgado en la punta.
Las máscaras y penachos eran muy distintos entre sí, ya que cada individuo confeccionaba lo propio. En cuanto a la vestimenta, algunos usaban su ropa de calle, mientras otros recurrían al atuendo indígena con capa y taparrabo y un mazo de madera de pochote que utilizaban como ornamento.
Por los años 50’s dada la dificultad para realizar estas máscaras y penachos, muchos optaron por comprar máscaras de hule que resultaban grotescas y de mucho menor costo.
Algunas mujeres también recurrieron al uso de las máscaras de hule para esconder su identidad ya que ellas no podían ser tlahualiles. Sin embargo, si debían alguna manda se les permitía participar acompañadas por 3 o 4 familiares varones. Un testimonio describe la manda como sigue:
«Por supuesto que si usted tiene una aflicción, tiene alguna cosa y le dice usted al santo Santiago, mira yo bajo en los Tlahualiles porque me hagas ese milagro. Y dicen que lo hace».
A mediados del siglo pasado familiares y amigos se organizaban para formar un grupo de tlahualiles. Primero escogian un tema que casi siempre dependía del las influencias políticas, económicas, cinematográficas etc., del momento, para luego contratar a una persona que les confeccionara las máscaras y trajes iguales a todos. Así surgieron grupos como: los moros, los políticos, los payasitos, etc.

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