Recuerdan legado histórico de Luis González


*** Rinden homenaje al historiador michoacano quien dejó un importante legado con sus libros y sus enseñanzas en el aula
*** Introdujo en México el concepto de microhistoria
“La obra de Luis González y González cultiva nuestra curiosidad, motiva nuestra inteligencia, despierta nuestra sensibilidad y amplía el alcance del pensamiento. Es fruto de un hombre generoso”. Con estas reflexiones, el presidente municipal de Marcos Castellanos, Lic. Rolando González Chávez, recordó el legado del historiador oriundo de San José de Gracia, en el marco de su 94 aniversario de su natalicio.
A través del alfabeto de su obra, de sus gestos, de sus consejos, sabemos que su voz es una música donde los hechos, las ideas y la historia hacen consonancia. Su imaginación, aparejada con su certera reflexión, logra desmenuzar el tiempo para alcanzar la facultad de la historia como explicación de la vida de los hombres.
Luis González aprendió de los hombres de su entorno que el tiempo es relativo y sólo puede recuperarse en una conversación, en la memoria de un abrazo, de una comida compartida, de un camino andado en compañía de una frente perlada de sudor. “Por ello, para que la historia de don Luis permanezca viva, es preciso contarla y recontarla al infinito.

Se recordó una anécdota que ilustra la trascendencia de la obra de Luis González más allá de nuestras fronteras. Durante un viaje a París para participar en una reunión convocada por la Fondation Maison des Sciences de l’ Homme, Moheno entró a la biblioteca del director de la prestigiada institución, y le sorprendió descubrir entre cientos de libros sólo tres títulos en español, entre ellos Pueblo en vilo, microhistoria de San José de Gracia, de Luis González, en su primera edición de El Colegio de México, de 1968.
Al preguntarle al director, Fernand Braudel, el porqué de la presencia de dicho volumen, respondió que era el mejor libro de historia que había leído en los últimos 30 o 40 años. “Era, según Braudel, el libro que él hubiera querido escribir. Su autor había tenido la inteligencia de cambiar el foco y, poniendo el acento en la vida cotidiana de la gente del pueblo, había creado la historia cultural que él no había podido escribir porque ni él ni nadie había encontrado la verdadera escala para contarla.
Luis González, en una época en que todos leían los mismos libros, fue capaz de crear sus propios lectores. “Pueblo en vilo dirigió la autoridad intelectual de la historia en contra de las ortodoxias y, al hacerlo así, puso de manifiesto el desfase entre la vida cultural y el poder político”.
Luis González y González, fue un historiador que eligió escribir lo menos, con lo cual trazó una clara línea de demarcación entre su oficio y el ancho mundo de los arbitristas, entre la mesura de quienes se dedican al serio estudio sistemático del pretérito y la indiscreción de quienes sin saber nada hablan como si fueran expertos probados en cualquier materia.
Luis González prefirió recurrir las más de las veces, no a la tenaz y demandante monografía, sino al no menos tenaz y demandante género del ensayo, con lo cual definió una línea afectiva entre sus empeños y los de ciertos hombres de letras del siglo XIX, verdaderos agentes de cambio en la modernización de una de las más antiguas disciplinas humanísticas. “Su obra muestra a Luis González en su propio taller del tiempo y entregado a la manera que él mismo halló para construir saberes.
En El oficio de historiar, Luis González muestra a las nuevas generaciones el almacén de los instrumentos conceptuales usados en el quehacer historiográfico; el amplio arsenal de ideas, juicios y razonamientos que utiliza cotidianamente el estudioso del pasado y les permite contemplar al historiador en pleno trabajo. Asimismo, realiza una revisión rigurosa de los personajes que se ocupan de los estudios del pasado y reflexiona sobre qué es lo histórico y las preguntas que el historiador le hace al pasado.

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