INSTANTÁNEAS

                                                                               Por: Jesús Ávila Zapién

Me he propuesto recopilar algunas frases y textos míos surgidos a raíz de algunos de mis comentarios en las redes sociales, a veces por simple curiosidad de lo entredicho al vuelo, brotado quizás como una espuma agitada por la emoción del momento. Dejo aquí alguna muestra:

“Paracho, tierra de la música hecha artesanía en el cuerpo de una mujer de madera”.

“Esta imagen dice tanto como lo que calla”.

“Si la sensualidad hablara, sería en el lenguaje de este cuerpo”.

“Un cuerpo perfecto, hecho foto”.

“Esta imagen pide historia, y mis ojos sufren hambre por saberla”.

“Magia y foto en un duelo de luz”.

“La foto nos la muestra en todo su intimismo y su manera de ver la vida. Entre modelo y fotógrafo hay una invisible conexión que los une”.

“Un retrato donde aflora la dual sensibilidad de una mirada: nobleza e ingenio; y donde el fotógrafo se retrata así mismo en lo captado y nos deja entreverle, reflejándose a su vez en la multidimensionalidad que confluye ante su obra”.

VIAJAR

Viajar es una forma de ser extranjeros no sólo para el país que visitamos, sino ante nosotros mismos; al descubrir las nuevas sensaciones que aportan a nuestros sentidos las configuraciones de una calle, algún rostro, o el viejo aroma otoñal de una alameda; el plato de esa exquisita comida que evapora su exotismo a nuestros fascinados ojos, y el descubrimiento de lo nuevo que somos bajo la misma piel. Viajar es una forma de conocer al yo lejano que ya habitaba en esas avenidas trazadas en una agenda de viajes, y que hoy nos saluda desde el cristal de ese escaparate con la sorpresa y el encanto del souvenir tan deseado en la vidriera.  

(Pies de retratos y comentarios míos en facebook e Instagram durante la pandemia. Sahuayo, Michoacán. Año 2020).

IN MEMORIAM DE OUT SIDERS SAHUAYENSES

A raíz de su inesperada desaparición, y con ese sello de perplejidad

que nos impone toda muerte, queda para investigaciones futuras, improbables de emprender, la vida de uno de los más dramáticos y tristes personajes rústicos, pero a la vez míticos del Sahuayo de antaño: «Socorrito». Ayer se le veía transitar por las callejuelas de la ciudad, a la orilla de carreteras y avenidas, rondando botes de residuos con esa mueca indistinta entre el llorar y el reír, esperando la mísera ayuda de lo poco que sobra. Le tocó partir en esta época, donde la muerte se propaga como mala noticia, disfrazada de un virus tan invisible como el aire. Ella, al igual que tantos otros pintorescos seres, como “Madero”, “Toño la babucha”, “La yegua”, “Ramón el loco”, “El amigo Lore”, “Manuel el muelón”, “Pedriquez”… que desfilan inéditos para las generaciones actuales, han pasado a formar parte del anecdotario público. Se van como los vientos añejos de la tierra mojada en los empedrados de pueblo, pero nos dejan ese vestigio que las boticas y las peluquerías conservan de resabio: una pizca de nostalgia y más de algún suspiro amarillento y tosco, como velada foto en un álbum de museo.

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