SEMBLANZA DE DON MIGUEL ESTRADA ITURBIDE

Miguel Estrada Iturbide nació el 17 de noviembre de 1908, en el seno de una familia moreliana, hijo primogénito del matrimonio formado por Don Miguel Estrada Ramírez y Doña Ana María Iturbide Chávez, ambos miembros de familias establecidas desde mucho tiempo atrás en la provincia de Michoacán. El apellido Iturbide no tiene relación con Agustín de Iturbide, sin embargo Miguel Estrada Iturbide, desciende de Isidro Huarte, suegro de éste.

Los padres de Don Miguel cuidaron de darle la mejor educación posible y se benefició, además,  con la influencia de personalidades morelianas, durante su niñez y juventud, como la de Don Francisco Elguero. Ellos forjaron su carácter indomable y amante de la justicia y construyeron la base de una vida orientada siempre a favor de las mejores causas.

Abogado postulante, político y diplomático mexicano, destacado promotor de sociedades intermedias y empresas culturales, contrajo matrimonio con María Teresa Sámano Macouzet, con quien procrearon 8 hijos, dos mujeres y seis varones.

Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Cristóbal Colón para, posteriormente, cursar la preparatoria y los estudios de la carrera de abogado en la Escuela Libre de Michoacán, hasta que fue clausurada por el General Lázaro Cárdenas, razón por la cual tuvo que cambiarse a la Universidad de Guanajuato donde obtuvo el título de abogado en el año de 1932, siempre con un gran aprovechamiento en sus estudios.

Le caracterizó la combatividad en su lucha profesional y política por alcanzar los logros de la doctrina social y así fue como también apoyó la lucha que en 1933-1934 libró denodadamente el ilustre Rector Manuel Gómez Morín por la autonomía de la Universidad Nacional.

Fue miembro fundador del Partido Acción Nacional y presidente del Comité Directivo Regional, durante 17 años. Fue un demócrata convencido que, con terquedad, luchó por la libertad política de México. A los fraudes en las elecciones, a las vejaciones, persecuciones, respondió fortaleciendo al partido donde militaba, convenciendo gentes, alentando a los desilusionados, pero con su naturaleza alegre, risueña, bromista, convencía de sus puntos de vista sin herir ni humillar

Formó parte de la XLVI Legislatura Federal en 1964, fue reconocido como un  pensador lúcido, hombre probo, dueño de una pluma y una oratoria excelsa; un legislador estudioso y eficaz, tanto que se le llegó a conocer como el “Príncipe de la palabra”.

En su genial estructura humana, poseía un talento extraordinario, una inteligencia sagaz y creativa, una sólida formación profesional, una férrea voluntad, un carácter indómito, una vocación humanista, fue un luchador que hizo de la verdad su esencia, una norma fundamental.

Aquí una muestra de su maravilloso pensamiento:

Persona humana

En la realización de un determinado orden político está implicada la persona humana, desde el doble punto de vista que es ella la autora, la forjadora de ese orden, y al mismo tiempo su beneficiaria. El orden social existe porque lo hacemos los hombres, y lo hacemos para beneficio de los hombres, no para beneficio egoísta, no para la creación de privilegios parciales, sino para la estructuración de un ambiente, de una atmósfera que permita a la totalidad de los componentes de la comunidad el cumplimiento de su propio destino personal.

La eficacia de las ideas

“Tengamos fe en la eficacia de las ideas, pero de las ideas que se hacen fuerza y vida; emprendamos la tarea que nos corresponde: la de conocer, difundir, defender y practicar nuestras doctrinas, y esperamos la necesaria y radical restauración.”

Nuestro deber

“Recogiendo así esas voces que vienen de la tradición, encarnándolas en nuestra propia vida, encarnándolas en nosotros mismos, Acción Nacional nos ha puesto de nuevo frente a nuestro deber, nos ha puesto frente a nuestro futuro; nos ha puesto de nuevo en nuestras propias manos, para que lo agarremos con nuestras manos, nuestro propio destino.” a, en nosotros mismos, Acción Nacional nos ha puesto de nuevo frente a nuestro propio destino.”

Encarnar las ideas

“Teníamos que encarnar las ideas y al encarnarlas hacerlas vivir, y se estableció un puente claro, firme, entre el pensamiento y la conducta, entre las ideas y la actividad política; es el puente del cumplimiento del deber. Porque, además, no hay otro puente”y la conducta, entre las ideas y la actividad política; es el puente del cumplimiento del deber. Porque, además, no hay otro puente.”

Formas de participación

“Es una exigencia de la dignidad personal el que los seres humanos tomen parte activa en la vida pública, aun cuando las formas de participación en ella están necesariamente condicionadas al grado de madurez humana alcanzado por la comunidad política de la que son miembros. ”

Programa municipal

Por esto la importancia básica del programa municipal. Es nuestro municipio el camino natural para injertarse en el ser de la patria; y no tenemos, no debemos hablar de que nos preocupamos seriamente, varonilmente, de los problemas de la patria, sin que nos preocupemos de manera directa por los problemas de nuestros municipios. La vida de los municipios es la base de la organización social y política de la Nación. Preocuparse por el municipio es preocuparse por la patria. El que renuncie, el que rehúya, el que deserte de la tarea primariamente urgente de cumplir su función en su propio municipio, digo en su propia comunidad rural o urbana, ese nunca puede afirmar que está cumpliendo su deber para con México.

Dignidad personal

Es una exigencia de la dignidad personal el que los seres humanos tomen parte activa en la vida pública, aún cuando las formas de participación en ella están necesariamente condicionadas al grado de madurez humana alcanzado por la comunidad política de la que son miembros.

Mujer

La mujer –esposa, madre, hija, hermana- influye decisivamente en el medio en que el hombre vive, se desarrolla y realiza su destino, es decir, en el hogar, en el municipio, en la Nación…

Familia

Para la inmensa mayoría de los humanos, ¿qué es la familia? Es el ambiente y el camino natural de su perfeccionamiento; la familia que para el niño es absolutamente necesaria para comenzar a ser; la familia, sin la cual el niño, en sus primeros años, no puede siquiera subsistir; la familia es para el niño que va creciendo, para el muchacho, para la joven y aun para el hombre llegado a la plenitud de la madurez, ambiente natural de su formación, camino natural de su perfeccionamiento; es en el seno de la familia donde el niño aprende a hacerse hombre y es en el seno de la familia, señoras y señores, donde el hombre procura hacerse cada vez más hombre.

Poseer la verdad

El que posee la verdad en el orden moral está a salvo del rebajamiento del epicúreo y de la hinchada soberbia del estoico, que ponen en trance de muerte –uno y otra- la dignidad humana. Su voluntad es libre.

El que posee la verdad en el orden social se salva del extremo atomizador del individualismo y del extremo esclavizante del socialismo. En política, en economía, en derecho, ése es libre.

El que posee la verdad en el orden religioso huye de la superstición que empequeñece, y no respira tampoco la atmósfera fría del escepticismo ni saborea el pan insípido de la incredulidad. El alma, la totalidad del alma, es entonces libre.

Quien tiene la verdad debe decirla, para honor de la libertad que aquélla engendra. Decir la verdad es el más puro acto de valor y de libertad. Decir la verdad. La verdad grande, la verdad íntegra, la verdad santa. También la verdad dolorosa, la verdad que inquieta y la que hiere. El primer deber del hombre libre es no tener miedo a la verdad; el segundo –tan importante como el primero- es no tener miedo de decirla.

Bien Común

Cuando se pierde de vista el bien común, cuando se desvía el objetivo de la acción política, entonces in¬sistimos: la política se convierte en¬ actividad infrahumana, indigna de hombres; y entonces sucede que cada hombre, como se ha dicho admirable¬mente, se convierte en un guiñapo; porque todo el que pone su bien par¬ticular por encima del bien común, todo el que pone su propio interés más alto que el común, todo el que en¬tiende que la sociedad está a su ser¬vicio como está el siervo al servicio del amo, es automáticamente un tira¬no. Y la tiranía puede ejercerse no sólo desde los altos puestos del po¬der; la tiranía puede ejercerse por el más pequeño de los ciudadanos cuan¬do éste es incapaz de poner al servi¬cio del bien común lo que el bien co¬mún le pide. En una sociedad de egoís¬tas, de violadores del bien común, es natural que se incube el tirano; por¬que desgraciadamente los tiranos se han incubado en casi todos los ciuda-danos que desconocen, que niegan, que no acatan la voluntad de los dic¬tados del bien común. Lo único que pasa es que el egoísta es un tirano desprovisto de fuerza, que no ha te¬nido la audacia o la oportunidad de encumbrarse y ejerce una tiranía mi¬núscula, que es más odiosa o violenta que la que pueda ejercerse por un ti¬rano desde los más altos puestos.

Ideas y hombres

Las ideas para vivir necesitan encarnarse. Las mejores instituciones jurídicas, sociales, políticas, sólo viven en los hombres y por los hombres. De aquí que la reforma de nuestro deplorable régimen electoral demande centralmente la garantizada existencia, el organizado funcionamiento de partidos políticos dignos de ese nombre, que encarnen el pensamiento y encaucen la acción de los ciudadanos de México.

Sentido y misión

Es que la sociedad carecería de sen¬tido y de misión si no fuese porque en ella los hombres deben encontrar el ambiente propicio para la realiza¬ción de su propia finalidad humana; y cuando en una sociedad ese des¬arrollo de la personalidad humana es imposible o se vuelve extraordinaria-mente difícil, se puede decir que aque¬lla sociedad se ha salido de su cauce verdadero y ha negado su misión. En esas condiciones, si la vida social ha de ser medio favorable, ambiente pro-picio para la realización de la per¬sonalidad humana, ¿cómo va a enten¬derse la vida social como ajena a las normas que rigen la conducta huma¬na misma; cómo va a entenderse la vi¬da social como algo ajeno al orden moral si las personas que integran la sociedad y para cuyo bien la sociedad existe, son ellas sujetos de normas mo¬rales que para realizar su propia per¬sonalidad han de seguir el camino marcado por las normas morales?

Bien común y autoridad

El bien común exige que todos los hombres, que todas las personas que integran una sociedad humana cumplan con el fin social. Y para el cumplimiento de ese fin social se requiere la exigencia en la sociedad misma de un principio de coordinación, de una capacidad de imponer el orden; que eso y no otra cosa es un gobierno, una autoridad. Ahora bien, la autori¬dad se funda en las exigencias del bien común, en cuanto que la sociedad misma exige que haya en el seno de la sociedad ese principio de orden que es la autoridad. Entonces la autori¬dad, para existir legítimamente, debe fundarse en la necesidad social, en la exigencia del bien común, y para realizarse y para ejercerse debe tener títulos bastantes que la invistan de esa capacidad de imponer el orden; y que, en último término, es la capaci¬dad de mandar.

En el Colegio Electoral de 1964 estableció que en el perfeccionamiento del régimen democrático, la Constitución no podía ser reducida a simple instrumento de partido porque “La Constitución es bandera de revolución frente al absolutismo del poder público”

“Es una exigencia de la dignidad personal el que los seres humanos tomen parte activa en la vida pública, aun c TESTIMONIOS

Don juan Manuel Gómez Morín lo describe como una persona alegre con “Una alegría fundada en la fe: fe en México y en su destino; fe en el hombre; fe en los valores del espíritu; en la verdad, el bien, la justicia, la libertad, la democracia” Nos dice que Don Miguel amó a México visceralmente, que lo amó en su realidad total, en sus luces y en sus sombras, en sus aciertos y en sus desvíos, en sus dones y en sus carencias; que creyó en, y luchó por un México mejor y una vida más digna para los mexicanos.

política de la que son miembro

Carlos Castillo Peraza afirmó que Don Miguel combatió el buen combate. Derrochando siempre inteligencia y bonhomía, fue maestro de generaciones. Lo será siempre porque dejó como herencia a todos los mexicanos una enseñanza: el poder no es Dios.

Juan José Hinojosa describe a Don Miguel como un hombre bueno, ejemplar en el ejercicio de las virtudes que dan consistencia y fertilidad a la relación silenciosa, íntima, personal con el prójimo más próximo, familia, hogar, esposa, hijos, nietos, que añadió a su quehacer la entrega generosa y devota de la política entendida como deber, rescate, desafío, amor sin reservas ni claudicaciones a México.

Es lamentable, sin embargo, que dadas las absurdas limitaciones constitucionales y políticas imperantes, un parlamentario tan destacado haya estado en el Poder Legislativo solamente durante una legislatura en la que sólo hubo tres periodos ordinarios de sesiones de cuatro meses cada uno. Con todo, ahí queda su actuación no únicamente en la tribuna, sino también en Comisiones y en los necesarios y frecuentes encuentros y entrevistas con los adversarios políticos de quienes obtuvo un evidente respeto a la par de no pocos logros políticos legislativos.- Pero Estrada Iturbide ha sido un hombre polifacético y versátil. No sólo puede vérsele como político, pensador, orador, dirigente, también tuvo la terquedad de un demócrata convencido que sabe que, mientras dure la vida, tiene que pelear por la libertad política en México.

Nacional desborda así, naturalmente, todo episodio electoral. No sólo el episodio

 El 30 de julio de 1997 murió Don Miguel Estrada Iturbide, uno de los más ilustres fundadores de Acción Nacional y uno de sus más elocuentes oradores, hombre caballeroso, ejemplo de bonhomía, de firmes convicciones, de intachable honradez intelectual y moral.

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