La mano de Xóchitl Gálvez, los partidos y los ciudadanos

La coordinadora y los partidos se necesitan, tanto como las organizaciones ciudadanas. Caminan en la construcción de un proyecto en el que los márgenes de error son limitados.

    Paso a paso. La campaña de Xóchitl Gálvez irá cobrando sentido en las próximas semanas. Las organizaciones ciudadanas, como Unid@s, Sociedad Civil y el Frente Cívico la acompañarán de la mano con los tres partidos que la respaldan, el PAN, PRI y PRD. 

    La senadora está ultimando los detalles del equipo que estará a su lado en esta etapa. Lo ocurrido en las semanas reciente seguro sirvió para evaluar y seleccionar, para ir planteando las líneas generales de lo que será la estrategia, que por lo demás, siempre es cambiante. 

    De lo que se trata es de que se mantengan los anhelos que dieron sentido a la selección que realizó el Frente Amplio por México (FAM), la que, diga lo que se diga, sí metió a la oposición en la pelea.  

    Sobre la idea de que hay algo de desanimo, que las encuestas no lucen esperanzadoras en este momento, la propia Gálvez situó la dimensión en el contexto actual, donde hay que partir de la realidad política que impera, donde la aspirante de Morena lleva años de campaña, aunque se le llame de otra forma, y tiene el respaldo permanente del gobierno. 

    Uno de los desafíos más grandes para Gálvez, precisamente por lo que tiene enfrente, es apropiarse, hacer suyo al FAM en toda su cabalidad y potencia. Tiene que escuchar y asumir a los liderazgos que la acompañan, es con ellos la posibilidad de lograr resultados adecuados. 

    Para nada hay dobleces en ese aspecto, son circunstancias específicas y de ellas partió la posibilidad misma de lo que ahora ocurre y de lo que puede ocurrir. 

    La mancuerna es indispensable. Gálvez requiere del despliegue territorial de los partidos y sus capacidades logísticas. Es más, la senadora tiene que apropiarse del lenguaje, rutinas y tradiciones de las fuerzas políticas. 

    Con el panismo hay que entrarle a la calle, al proselitismo en cruceros y plazas; con el priismo ponerse las chamarras rojas, disfrutar las batucadas y apreciar la densidad de sus sectores, con los perredistas buscar la recuperación de las causas de la izquierda que en algún momento los hicieron una organización poderosa. Las campañas son también emoción.

    La tentación de ser una outsider es grande, pero carece de sentido si se analiza que los partidos han demostrado que tienen una fuerza específica y que lo que se tiene que buscar es justamente el aumentar los márgenes, pero para que ello ocurra la base tiene que mantenerse sólida.

    La ciudadanía, la que surgió de las movilizaciones de defensa del INE, la que dio factibilidad a que Gálvez se convirtiera en la coordinadora del FAM, tiene la suficiente experiencia para saber que los votos se obtienen gastando las suelas, tocando puertas, recorriendo los territorios.  

    Por eso será muy relevante la postulación de las candidaturas en las nueve gubernaturas, las 128 senadurías y las 500 diputaciones. El mapa partidista, en esos casos, es el que permite impulsar selecciones asertivas, que generen votos, que retengan o recuperen plazas.

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