EN LA ESPIRAL

Vicente González García

LA TAREA PRIMORDIAL DE GOBERNANTES Y LEGISLDORES ES IR MÁS ALLÁ DE LA LEY IMPULSADOS POR LA CARIDAD

Las injusticias actuales, bajo sus diversas formas siguen haciendo a un lado la dignidad y los derechos del hombre y de manera sutil introduciendo en las comunidades un escepticismo práctico, y por consiguiente promueven la negación de Dios.

Así, el culto al dinero, al progreso, al prestigio y al poder, consecuentemente sigue conservando como fruto UN PECADO DE INJUSTICIA INSTITUCIONALIZADA.

Este tipo de injusticias que ya fueron denunciadas y explicadas en el Sínodo de los Obispos en 1971 y 1974, así como en las diversas exhortaciones apostólicas hechas por el Papa Pablo VI, y sus respectivos sucesores, aún se sigue encarnando el mismo desprecio hacia el pueblo por parte de muchos gobernantes.

Hoy pues, quienes siguen cayendo en la pobreza, que a saber, son miles y miles de familias, resultan fácilmente explotadas a causa de esta humillante condición.

Pese a las realidades dominantes en que se vive, un buen número de gobernantes y sus respectivos parlamentos, no han sido capaces de entender que, “AUNQUE NO HAYA UNA INJUSTICIA EN EL ORIGEN DE TODA POBREZA, EL HECHO DE PERMITIR QUE ÉSTA SE PERPETÚE Y NO PONER REMEDIO ALGUNO PARA DISMINUIRLA GRADUALMENTE, ES IGUAL A COMETER LA INJUSTICIA MISMA”.

Sin mucho aventurar, se conoce que en México ha habido hombres y mujeres que, a decir de ellos mismos, SON LUMBRERAS EN CONOCIMIENTO DE LA REAL POLÍTICA. 

Y, claro, han pretendido luchar por la justicia implementando acciones aunque no muy claras en materia económica, social, educativa, etc., pero finalmente han sido presa fácil de la corrupción que impera en el ámbito gubernativo al hacer claras distinciones entre los mismos pobres que los sistemas de gobierno siguen provocando a través de las grandes desigualdades existentes.

Tales distinciones se siguen dando; esto, a partir de que los así llamados “POLÍTICOS EXPERIMENTADOS” solamente siguen interesados por aquellas personas que son aprovechables con el propósito de buscar la utilidad en el tradicional clientelismo político a corto y largo plazo.

Lejos pues están los representantes populares de contribuir a la promoción de la justicia, ya que muchos de ellos, ni conocen de cerca las situaciones de injusticia que se siguen dando en los distritos que estos dicen representar, y por tanto, tampoco son capaces de percibir las exigencias de la justicia a través de una auténtica e inmediata sensibilidad.

Nunca como hoy, los depositarios del poder temporal siguen hablando de justicia, y también, nunca como hoy SIGUE BRILLANDO EL DESPRECIO HACIA LA MISMA.

Y aunque es ilusorio, hay que decir que LA TAREA PRIMORDIAL DE GOBERNANTES Y LEGISLADORES, no es otra sino, la de estar convencidos de “IR MÁS ALLÁ DE LA LEY, IMPULSADOS POR LA CARIDAD”.

Aquí es importante citar lo que dice el P. ARRUPE, quien fuera Superior General de la Compañía de Jesús: “Es esta misma caridad entre los hombres, la que debe complementar a la justicia, transformándola en una justicia superior. Esta es la única que puede avanzar, más allá de la simple justicia, hasta donde llegan las necesidades esenciales de los hombres”.

Y, agrega que esa justicia superior, “Consiste en una justicia que lo ve todo con mayor profundidad, porque llega hasta el fondo del hombre, hasta su dolor, hasta sus necesidades y hasta su impotencia, realidades todas ellas que quedan ocultas cuando uno, de manera impersonal, no ve en el hombre más que un simple sujeto de la ley”.

Sin embargo, de ordinario, la realidad que advertimos en los congresos, es que, “se siguen aprobando y modificando leyes que vulneran los derechos fundamentales de la persona humana, pretendiendo hacer creer al pueblo que “eso es lo que más conviene”.

Y, aquí nuevamente conviene recordar lo enmarcado por el P. Arrupe en la obra de JEAN-YVES CALVEZ intitulada “FE Y JUSTICIA” LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EVANGELIZACIÓN,  Colección PRESENCIA TEOLÓGICA, 22: Hay formas de justicia que no tienen en cuenta la situación existencial de las personas y las situaciones concretas en que se aplica. Hay tipos de justicia que son como una coraza que trata de proteger intereses de partido. Una justicia y una ley demasiado poco exigentes dejan indefenso al débil y al oprimido. Una ley y una justicia violentas demasiado exigentes pueden tornarse en un dogal (cuerda, soga, horca, etc.,) insoportable para todos. Y esto puede decirse incluso de una justicia, que aun con todas las garantías de equidad, puede resultar inhumana si se aplica despiadadamente”.

En este mismo orden de ideas, bien vale preguntarse: ¿Acaso LOS INTEGRANTES DE LOS CONGRESOS no tienen la cabal lucidez para comprender que “LAS VERDADES A MEDIAS, QUE NO SON SINO MENTIRAS COMPLETAS” y que estos explican en las nuevas leyes que aprueban, así como en las enmiendas que hacen a las ya establecidas, SON PRECEPTOS TOTALMENTE DIFERENTES A UNA FILOSOFÍA QUE RECONOCE LOS DERECHOS PROPIOS DE LA ÉTICA EN TODO EL DOMINIO DE LO HUMANO?

El bien político, DEBEN ENTENDERLO “QUIENES DE LA POLÍTICA VIVEN”, ES UN BIEN DIGNO POR SÍ MISMO DE SERVIR DE FIN A LA ACCIÓN HUMANA “BUENA Y HONESTA”.

El político que está consciente de esta verdad inobjetable, sabe que lo primero, para servir al bien común temporal, es PERMANECER FIEL A LOS VALORES DE LA VERDAD, DE JUSTICIA Y DE AMOR QUE SON SU PRINCIPAL ELEMENTO.

Por ello, para un buen político, indica JAQUES MARITAIN en su obra “HUMANISMO INTEGRAL”: Nunca será suficiente que acredite una brillante oratoria y  un exceso de aires humanitarios. Sino que, siempre debe tener el obligado conocimiento de las técnicas útiles para el servicio del bien común, y sobre todo, el conocimiento de los valores humanos y morales implícitos en ese bien común; el conocimiento del campo de la realización social y política; el conocimiento del rostro político de la justicia, de la amistad fraternal, del respeto de la persona humana y de las demás exigencias de la vida moral.

Y, agrega más adelante que: “No basta con ser justo para ser buen político, pero la justicia es condición necesaria de toda buena política como tal: hasta el punto de que, según Santo Tomás de Aquino (como lo anota en la Suma Teológica, I-II, 92, 2.), para que gobierne bien, es necesario que el príncipe sea pura y simplemente bonus vir, un hombre virtuoso en toda la línea”.

La verdad, es mucho lo que se tiene que aprender para entender y atender el quehacer político de una nación, estado y/o municipio donde hasta hoy todo se ignora, o bien no se hace absolutamente nada por apegarse a estos principios.

Generalmente, muchos (no todos) de los que llegan a ocupar un encargo público, ven en este, no la oportunidad de servir, sino que lo juzgan como la oportunidad de agenciarse un paquete de utilidades, ventajas y prosperidades de todo tipo, personales y para su institución partidista.

Pero, de los impuestos que paga el pueblo ¿cuánto se invierte en los 500 Diputados que conforman el poder Legislativo?

Se especula que la inversión aproximada es de poco más de 2 Mil 700 Millones de Pesos. De ser cierta la cantidad, en los tres años que dura su período, un Diputado se estaría embolsando un total de más de 5 Millones 400 Mil pesos como sueldo; 45 Mil 786 pesos por asistencia legislativa, y 28 Mil 782 pesos para actividades de gestión y atención ciudadana.

Respecto a lo que se invierte en el Seguro de gastos médicos mayores, fondo de ahorro, y gastos funerarios entre algunas prestaciones más, nada se dice o conoce.

Lo que sí se sabe, es que, una vez que concluyen su periodo legislativo, muchos, evidentemente ya habrán solventado y para buen tiempo sus necesidades económicas.

Y, al pueblo, ¿qué beneficios le redituó la excesiva inversión? ¿Al menos le dejaron leyes más justas que al menos le ayuden a mejorar su calidad de vida? O, ¿acaso sólo le dejaron preceptos que en la práctica vulneran aún más sus derechos fundamentales?

           …..Hasta la próxima, si Dios nos lo permite…

Un comentario en “EN LA ESPIRAL

  • el mayo 4, 2021 a las 11:28 am
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    El artículo de Vicente González García, es un texto anacrónico, visceral, teológico y poco informado acerca de la situación política actual.

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